sábado, diciembre 30, 2006

Tengo canas.

Hoy me he mirado en el espejo: tenía canas. Y no eran una ni dos. De pronto me he dado cuenta de que estaba llorando. 31 años, con canas, útero envejeciendo, todo mi yo envejeciendo. Dejo atrás la juventud, la edad de la inocencia y me enfrento al mayor reto: crecer, madurar, envejecer y morir. Pero por el camino un nuevo yo reinventado. Veámoslo como algo positivo, una aventura, jugar a ser pequeña porque ya soy mayor. No importa si mi cuerpo dice que tendría que pensar en ser madre en unos años; escucharé sus susurros y los acallaré con la razón. No importa si mis cabellos emblanqueciéndose gimen que el tiempo pasa; escucharé sus gemidos y los acallaré con el recuerdo de los buenos tiempos vividos junto a los que quiero y todo lo que nos queda por vivir. El pequeño V. se hará mayor. Una truchita nacerá. Les abrazaré y lloraré de alegría y les querré aún más. La verdad es que soy la mujer más afortunda del mundo por tener unos amigos como los que tengo, amigos que son más que eso. Amigos que son mi família.

La Diosa Blanca.

“La mayoría de los científicos, por conveniencia social, adoran a un Dios; aunque no puedo comprender por qué la creencia en un Dios Padre como autor del universo y de sus leyes, parece menos anticientífica que la creencia en una Diosa Madre inspiradora (...)”
Robert Graves, “La Diosa Blanca".
El útero sagrado en que todo fue creado, la tierra que nos viste y alimenta. La vida se escribe en femenino. La virgen, la madre, la amante, la esposa. La mujer en todas sus facetas, en toda su espléndida hermosura, ha sido aplastada y sojuzgada. Se han pervertido sus símbolos y se le ha robado el poder mágico a favor de sociedades patriarcales. No creo en un matriarcado ni en la opresión del hombre, pues toda Diosa Madre ha de tener su consorte, su Joven Dios, el engendrador, la semilla que hará crecer la vida en su cuerpo. Creo en el poder de la Diosa. La armonía y la belleza, el amor, la naturaleza. El abrazo, el canto y la poesía. Creo en la Mujer, en su sabiduría y su belleza. Creo en nosotras y en nuestro poder para transformar de nuevo el mundo.
“Cuando los humanos dejamos de adorarla (a la Diosa) también perdimos nuestra relación con la tierra, dejamos de respetar el ciclo de las estaciones y de la vida en general (...) Las consecuencias de esta pérdida de contacto con el Grial o la Diosa suelen ser la depresión y la sensación de carencia de sentido. Para que la tierra baldía personal de cada individuo recupere su vitalidad debe restablecerse una relación vital con la Madre Naturaleza, la Diosa Madre es el Arquetipo de Madre en su aspecto positivo”.
Jean Shinoda Bolen, “El Viaje a Avalon”
Los antiguos griegos solían decir respecto de sus dioses: “piden poco, solamente que no los olviden”.

lunes, diciembre 18, 2006

La hora de la estrella.

C. Lispector

Quise matar a Enttropia y quizás deba hacerlo. Aunque da igual lo que decida, porque lo que haya de ser será y todo lo que empieza, acaba. Sé que al final ella morirá de inanición como yo de vieja, porque no le dejaré ni un sorbo de aire que respirar ni trozo de cielo en el que perderse. Quise escribir un epitafio a Enttropia, declararla muerta, deshacerme de ella y empezar de nuevo, en otro lugar, con otro nombre; torpe simulacro de lo que en realidad quisiera hacer con mi otro nombre, mi otro yo, el que tiene un cuerpo y unas manos que acarician.

Sin embargo hoy he escapado del trabajo con la opresión de nuevo en el pecho. Con esa angustia interior que últimamente ha tomado la costumbre de traducirse en un dolor físico que no siempre los ansiolíticos pueden controlar. Al fin y al cabo, ¿cómo puede una pequeña pastilla rosa calmar el absurdo de estar vivo sin conocer el motivo? Pero resulta aterrador sentir físicamente el dolor del vacío, la oscuridad que trato de controlar y educar. Es como una bestia que escapa a las cadenas de mi pensamiento, de mis decisiones.

Y como una bestia acorralada he huído de la redacción para tratar de perderme entre libros, buscar una novela luminosa que llene todos los rincones y me haga olvidarme de mí misma durante un tiempo. Pero era incapaz de decidirme. He acariciado las hermosas ediciones de Alba y casi opto por probar con Villette, pero la insulsa protagonista que describía la contraportada me ha echado para atrás. Alguno de los títulos de Anagrama ha llamado mi atención, aunque de pronto he recordado cuantos libros hay en casa que aún no he leído y me he sentido un poco culpable por gastar ese dinero sin sentirme realmente arrebatada por ninguno de ellos.

De pronto un hombre me ha hablado.

Ha sacado un libro del estante y me lo ha dado. Ha murmurado algo que me he visto obligada a pedirle que repita. No recuerdo las palabras exactas, sólo que el desconocido quería que leyera ese libro. Lo he cogido confundida mientras le daba las gracias. Cuando se marchaba ha vuelto a murmurar algo sobre escribir y Marguerite Duras y yo he vuelto a darle las gracias, sin estar segura de si se trataba de un loco, un seductor o un solitario. Debía ser lo primero o lo último porque se ha marchado mientros yo me quedaba pasmada allí de pie entre los estanterías abarrotadas.

El libro que tenía en la mano era delgado, de la editorial Siruela. Es una de esas editoriales a las que tengo un cariño especial, me gustan sus ediciones y fueron los autores de mi recopilación de historias de vampiros favorita. Es curioso que lo primero que he pensado es en la editorial y en que el libro estaba un poco estropeado. Odio los libros nuevos que ya vienen estropeados. Después he leído el nombre del autor, era una mujer de la que nunca había oído hablar: Clarice Lispector. El nombre me sonaba vagamento, pero creo que porque se parece a un personaje de novela policíaca. Clarice Lispector. Lo he abierto por la primera página y he empezado a leer.
"Escribo porque no tengo nada que hacer en el mundo: estoy de sobra y no hay lugar para mí en la tierra de los hombres. Escribo por mi desesperación y mi cansancio, ya no soporto la rutina de ser yo, y si no existiese la novedad continua que es escribir, me moriría simbólicamente todos los días."
He sentido vértigo. No he querido seguir leyendo, no he querido más. He tenido miedo, miedo de que el dolor de mi vacío me oprimiera más el pecho y me hiciera llorar esta noche cuando me había prometido que iba a ser feliz. Miedo del vacío de esa mujer, miedo de todos los vacíos y miedo de mi cobardía, la de la niña que soñó un día con escribir y jamás se ha decidido a ello. Miedo de ser un personaje, de que no haya dolor sino invenciones mías, miedo de ser como todos, miedo de ser un fraude.

Vergüenza de haber creído no serlo.


Hubiera debido matar a Enttropia, sí, pero sin ella, ¿a quien contarle ahora esto? No puedo repetirlo en voz alta. A nadie. No puedo, no quiero. Y sin embargo necesito sacarlo, darle forma, tratar de entenderlo. Sólo puedo escribirlo, aunque mis palabras sean torpes y repetitivas. No me atrevo a hablar, no quiero hacerlo en voz alta. Me dicen que callo, que escondo, que juego a ser un personaje. Y yo me río y digo que estoy al borde de la muerte, que la tuberculosis, cof, cof, está acabando conmigo. Y me acuerdo de Nacho, mi cantante atormentado y atiborrado de droga, y sueño con enamorarme de un hombre así y ser una bohemia y sufrir tormentos... Pero lo que a veces me hace reir, otras me asusta porque ya no sé qué es real y qué no. Ya no sé quien soy yo, si la que sueña con oscuridad o la pequeño-burguesa. Ya no sé si hay oscuridad o la invento. Ya no sé si conozco a nadie de verdad o ellos me conocen a mí. Y la soledad me da frío. Y la incertidumbre, terror.

Sólo sé que a veces me duele estar viva.

Y que mientras, el tiempo pasa.

martes, noviembre 07, 2006

Tres hermanas.

Lloré cuando Sasha se mordió el puño. Se mordía el puño mientras gemía como un animalillo herido sobre el escenario. Un lamento ahogado, inhumano. Reconocí ese dolor. El dolor de la impotencia, de los sueños rotos, de una ilusión resquebrajada en fragmentos afilados que marcan nuestra piel y agostan nuestras fuerzas. Verschinin, cobarde, amando como amabas ¿por qué regresas cada día a casa a un hogar que no deseas? ¿por qué te marchas y la dejas sóla? Sasha, pobre Sasha, pobres todos mis pequeños miserables desgraciados... Casi cuatro horas de representación en ruso subtitulado para encontrarme con ese dolor. Joder.

Antón Chéjov
Sasha, Irina y Olga son mujeres inteligentes, llenas de vida, sueños e ideales. Son mujeres avanzadas a su tiempo que se ven forzadas a encerrarse en una ciudad de provincias que les ahoga. Sin embargo, estas mujeres tan capaces y repletas de ansia de plenitud se ven impotentes para tomar las riendas de sus propias vidas. Se someten. Y sus sueños e ideales se asfixian.

Y ellas con ellos.

Yo no hablo tantos idiomas como las tres hermanas, ni mi conversación es tan elevada, ni nadie se bate en duelo por mí, pero también soy una mujer capaz que a veces se siente boquear como un pececillo fuera del agua.

Asustada.

Asfixiada.

Es curioso como las cosas nunca son de ningún modo, sólo del modo en que las vemos. Podría mirar a mi alrededor y decir "ey, está bien esto que tengo, qué afortunada soy", y sin embargo, sólo puedo agachar la cabeza y sentirme culpable por desear escapar. Como a las tres hermanas a mí también me hieren mis contradicciones. ¿Qué ha sido de quien fue proyecto de tantas cosas?

Y sin embargo sé que aún habrá una oportunidad para batir mis alas. Una mano guiará la mía para quitar el polvo de los sueños. Al fin y al cabo, ¿no sale siempre todo bien al final?

lunes, octubre 30, 2006

La sombra.

Isabella y el tarro de albahaca
J.White Alexander

La sombra puede aparecer en cualquier momento. Al doblar una esquina un día como los demás, al ir a comprar algo para comer; en cada recodo, de cada pequeño rincón puede surgir la sombra. Es un espectro oscuro que acelera el corazón de la chica. No sabe si de miedo o deseo de enfrentarse a él, de encontrarle cara a cara al fin y mirarle a los ojos. A veces se le aparece en los pensamientos y ella elabora largos discursos monocordes o le escribe interminables cartas que no se materializarán en nada. Las palabras nunca surgen de su boca, nunca se vierten sobre ninguna hoja en blanco, sobre ningún teclado. No hay lugar donde dirigirlas. Canta su poeta, antihéroe atiborrado de droga, que entre el dolor y la nada eligió el dolor. Ella se pregunta si hubo alguna elección, si puede haberla cuando es la propia supervivencia lo que está en juego, si hay posibilidad de voluntad cuando el dolor puede ser tan lacerante. O si es simplemente el miedo al vacío el que eligió por ella. Y se pregunta si el perfil de la sombra recortado en el cristal es aquel rostro tan amado o el de un desconocido. Se pregunta si esos pasos elásticos son los suyos o los de un transeúnte. Se pregunta si le odia. Se pregunta si tiene valor para recordar. Se pregunta si olvidará alguna vez. "Jamás te recuerdo porque nunca te olvido" y ella escucha esas palabras y piensa que él fue un cobarde por morir y dejarla sola.

lunes, octubre 23, 2006


El viento que nos arrasa.

A veces el viento arrasa mi pequeño pueblo. Golpea las paredes en las que me refugio, confunde mis pensamientos. Salgo al balcón y contemplo las luces a lo lejos, el campanario cercano que mi abuelo me pidió que nunca perdiera de vista y el viejo perfil de las casas que conozco de memoria. Me he criado en este pueblo y nunca he sido de aquí; siempre perdida en mis sueños, en mis libros, en mi soledad. De noche, luces mortecinas pintan de un naranja apagado las calles tranquilas y vacías. Siempre me parecieron tristes. Nunca dejaré de ser de aquí.

Pasa un gato.

Mi pequeño pueblo a veces despierta en mí una ligera ternura. Otras no ha sido más que el agujero del que he deseado salir a toda costa. Pero en noches como esta siento el viento que nos agita, el viento que nos arrastra. Cuando no encuentro asidero me zarandea. Mi cuerpo se golpea contra las paredes de la memoria, lo que he olvidado y lo que deseo olvidar. Pero si anclo los pies en la tierra, levanto mi rostro y me mantengo firme, sé que el viento no me hará mover ni un milímetro. Siento su fuerza en mí, la vida que recorre nuestras venas, el futuro que a cada hora abordamos. La vida que pasa y no volverá.

Iaia, hui te trobe a faltar.

martes, octubre 17, 2006

De triángulos, vértices, vórtices y geometrías varias.

La institutriz
Jean-Siméon Chardin 1739

Sostiene Mila que el amor es un triángulo.

Y rotulador en mano ha empezado a llenar la pizarrita de rayotes.

Uno de sus vértices es la pasión, me cuenta. El sexo, por supuesto, pero no sólo eso, es el disfrute, el gozo...

Otro vértice, continúa, es la intimidad, tanto emocional como sexual. Yo enseguida imagino una pareja hablando en la cama con las caritas muy juntas. Sostiene Mila que la pasión suele generar intimidad. Pero que también sucede al revés.

El tercer punto lo llama compromiso y añade que se refiere a proyectos de futuro y reglas de lealtad.
Por lo que entiendo, la pasión además de vértice es vórtice, porque en ella se genera el enamoramiento, pero ahí ya ando un poco perdida porque no veo la necesidad de una lección teórica sobre el amor. ¿Acaso no lo he saboreado y llorado ya bastante?, me pregunto mosqueada, pero mi hada buena continúa rotulador en ristre dispuesta a hacerme ver algo que se me escapa.

Parece ser que la geometría del amor no es como la de los libros, porque sostiene Mila que hay amores que se componen sólo de dos de los vértices del triángulo. Por ejemplo pasión y compromiso, que se supone que es el que menos futuro tiene. Sostiene Mila que ese es el amor fatuo. Enseguida he buscado fatuo en el diccionario y dice que significa falto de razón o entendimiento. Pero a mí fatuo me gusta más con fuego que con amor, porque los fuegos fatuos tiene cierta belleza macabra y el amor fatuo parece cosa fría y orgullosa.

Pero sostiene Mila que aún quedan dos vértices y dos combinaciones posibles más. A saber: compromiso más intimidad, que suman amor amistoso; y pasión con intimidad, que se traduce en el amor romántico.

Y viendo el gráfico me doy cuenta de lo que me quiere decir. Y no sólo de eso, sino que además hace tantos años que no tengo una relación de tres vértices que ya no estoy segura de haberla tenido alguna vez.

viernes, octubre 06, 2006

Doce segundos.


Por favor, quiero salir de aquí. Llevadme a la Quinta Blanca. Llevadme al faro y dejadme allí. Canta Drexler y el niño me lo repite: no es la luz lo que importa en verdad, son los doce segundos de oscuridad.

Gira el haz de luz para que se vea desde alta mar. Pero yo no encuentro el camino, me perdí en el fango, retazos de mis sueños. Soy un navegante que no sabe esperar. Un náufrago cansado que fantasea con dejar de intentarlo, hundirse en la oscuridad...

Pero sé que no son más que palabras, siempre palabras. Ahora he de ir a trabajar. Sombra de ojos, una sonrisa en los labios. La cabeza alta delante de todos ellos. Y mientras camine por la redacción, mientras teclee en ese viejo ordenador, por dentro pensaré que en algún lugar hay un faro que no deja de girar. Un faro que me llama.

Y que en algún lugar hay un cuento que alguien escribe para mí.

domingo, octubre 01, 2006

Rota.

Pena
Vicent Van Gogh 1882


No puedo seguir así, quiero pedir ayuda y no sé como, no sé donde. Hay momentos en los que me siento enloquecer. Estoy tumbada, con los ojos cerrados, y dentro de mí una especie de huracán lo agita todo y me entra vértigo y quiero gritar y llorar. Algo se me ha roto. Siento los añicos cortarme por dentro.

Cachitos de mi espejo interior clavándose en la carne, haciéndome sangrar.

Quien me quiere se preocupa por mí. Me riñe. Dice que no puedo saltar de abrazo en abrazo, de cama en cama. Que no debo buscar otro hombre que me cure las heridas del anterior. Que debo aprender a estar bien sola, que debo serenarme.

Y yo la miro en silencio. Y sé que tiene razón, pero pienso que si un abrazo me calma por una noche la opresión en el pecho y las ganas de arañarme la piel no puede ser tan malo. No puede serlo si una charla, un paseo y un poco de cariño me devuelven mi yo por unas horas. Pero en algo debo equivocarme. Y me repite que se preocupa por mí, que no hago caso de lo que me dice, que no quiere volver a oirme hablar de pastillas o cocaína. Y yo digo que estoy bien, que no se preocupe por mí, pero me tiembla la voz y de pronto la conversación se vuelve incómoda. Nos malinterpretamos. Cree que le digo que mis amigos no me sirven y yo no sé como decirle que sin ellos estaría muerta. Y de pronto estoy muy cansada. Y de pronto no puedo más.

La mayor parte del tiempo estoy bien, actúo con calma y coherencia, no hago tonterías. Sólo de vez en cuando rompo a llorar o me siento medio ida. Supongo que los tranquilizantes ayudan, o no, ¿quién sabe? quizás no han servido ni para bien ni para mal, sólo para sentir que me asomaba a una nueva oscuridad. Pero mañana iré a ver a mi hada buena y le explicaré y ella me ayudará. Pondremos cada cosa en su sitio. Me dirá que no debo preocuparme, que es un proceso normal. Que estaba muy débil, convaleciente de aquel amor convulso, y que el último golpe, aún sin ser muy fuerte, ha herido lo que ya era frágil. Me dirá que no me estoy volviendo loca, que son mis pensamientos que se agitan como avispas enfurecidas y me repetirá aquello de las carencias afectivas.

Que tengo un agujero en el corazón.

viernes, septiembre 29, 2006

Kanku.


"... Mil días de instrucción, un principiante; Diez
mil días de instrucción, un maestro."

Masutatsu Oyama.


Levanta las manos al cielo. Que los dedos se toquen. Contempla el cielo a través del espacio que queda entre ellos. Tus manos unidas son el yin y el yan. ¿Ves el cielo?


Las puntas de tus dedos son la cúspide, la cima más alta. Tus muñecas son el poder, la fuerza. El centro es la infinidad, la profundidad en cuanto a conocimiento.

Dibujalo en tu mente y encierralo en un círculo. Continuidad y movimiento.

Eso es el Kanku.

Pesadillas.

Por cierto... gracias por abrazarme cuando desperté temblando de miedo como una niña.
No te lo dije, pero gracias.

Necesidades.

Las fuerzas hostiles
Gustav Klimt 1902

el individuo que difiere de sus pares
que perturba o escandaliza a su familia o sociedad
suele ser calificado de insano acusado de enfermedad mental y perseguido
como enfermo
este acto de siquiatría llena necesidades importantes
el individuo que ve piernas azules de mujer volar
arbolitos cantar el mundo heder
es encerrado golpeado insulina con electricidad médicos
este acto de siquiatría llena necesidades importantes ¿necesidad del volar o cantar?
¿necesidades del individuo que difiere de sus pares
que perturba o escandaliza a su familia o sociedad y es
calificado de insano acusado de enfermedad mental
y perseguido como enfermo?

¿otras necesidades?
¿necesidades del individuo que no difiere de sus pares
que no perturba o escandaliza a su familia o sociedad
que no es calificado de insano acusado de enfermedad
mental ni perseguido como enfermo?

¿piernas azules de mujer volar no?
¿ni arbolitos cantar ni mundo heder?

Juan Gelman

miércoles, septiembre 27, 2006

Acrobacias en la espiral.

Hay un mundo ahí fuera. Hay un mundo real en el que crecen los árboles y viven mis amigos. Un mundo donde el pequeño V. aprende a sonreir y existe un futuro. Un futuro luminoso en el que al final siempre sale todo bien. Al final, como si a alguien le importaran los finales.

También hay una espiral ahí fuera. O quizás aquí dentro. Una espiral oscura a la que a veces me asomo. La espiral que me lleva a regodearme al esnifar coca, al tomar más pastillas de las necesarias, a jugar a que no queda esperanza, a que la soledad duele tanto que cualquier cosa vale con tal de acallarla. Una espiral de fango emponzoñado. En ella aún resuena aquella voz en las nieves eternas que se desgarraba por mí. No quiero volver a pasar una Nochevieja como aquella. Cómo dolía, cómo dolía vivir. Como el día que me gritó en el coche. Algo dije yo primero, eso lo sé, pero no recuerdo, sólo el dolor lacerante. El ir tras él para insultarle. Conducir deseando pegar un volantazo y estrellarme contra cualquier esquina. Como aquella tarde de Inverness en la que por un momento quise lanzarme al río.

Pero después me regaló mi cruz.
Y después desapareció la cruz.
Y un día llegó un anillo de coral de Bali.

- ¿Quieres casarte conmigo?
- Claro, por el rito balinés.

Y sonreir, y amar y desaparecer de mis propios límites.
Eran otros tiempos. Los de la intensidad. Creía en los ángeles. Aún cuando estuvieran sus alas cargadas de cadenas.

Fotograma de "El cielo sobre Berlín"
Wim Wenders 1987
¿Quién sabe por qué recuerdo esto ahora? En la pequeña librería de mi niña encuentro hoy unas palabras: el funambulista sólo logra su objetivo confiando en el vértigo y no resistiéndose a él. Confiar. Dejar de resistirme a la vida.

Quiero que se calme ya esta opresión en el pecho. Voy cerrando frentes mientras otros nuevos se abren. Negociar en el trabajo, amenaza de embarazo, el dinero que de pronto es problema. Y vivir cada día. Uno tras otro. A veces me parece tan difícil que estoy segura de que no seré capaz.

Recuerdo haber deseado estar loca, dimitir de la vida real, del mundo de los cuerdos, rendirme, desaparecer sin dejar de existir. Un nuevo yo más cobarde si cabe, sin responsabilidades, sin cuentas que rendir.

Pero nada de esto es real. Sólo el mundo en el que viven mis amigos y V. se aferra a mi dedo con su manita. Buscaba un sentido y sólo lo encontraba en el amor sin darme cuenta que esa intensidad era otra clase de anestesia. Ni ángeles, ni espirales. Quizás la clave la tuviera Mahfuz cuando decía que el sentido de la vida no era independiente de la vida misma: "Vivir quiere decir comer, beber, dormir, amar, trabajar, pensar. Tal es el sentido de la vida". Tan sencillo, tan complejo.

domingo, septiembre 24, 2006

Disappointed Love.


Amor decepcionado
Francis Danby 1821

Lienzo.

Salió el sol. Pasó la borrachera.

Y las opciones son infinitas.
Va a ser divertido entrar en el futuro.

¿Qué hacer?

¿Qué hacer cuando a Caperucita le arrancan su capa?
¿Qué hacer?


Temblar.

Temblar.

Temblar. Gritar. Llorar. Temblar.

¿Qué hacer cuando te golpean la mejilla? ¿Qué hacer cuando entregas tu alma y tu amor es incapaz de tomarla entre sus manos? ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?

Pedir coca. Llorar. Temblar. Temblar.

En medio de la noche. Vestida de negro. Zapatos de tacón. Temblando. Temblando. Te quiero. Te quiero. ¿Qué hacer?

El alcohol no basta. Tus sueños te sostienen a duras penas. ¿Qué hacer? ¿qué hacer, amor, qué hacer? No hay Valium. ¿Lexatín? Mi niño, mi amor, ¿qué hago ahora? ¿qué hago? ¿te dejo atrás? ¿te espero?

¿Qué hacer? ¿qué hacer?

¿Qué me has hecho? Así, cobardemente, así, sin tan siquiera hablarme, un mensaje en el teléfono. No puedo. Lo siento. Yo sí que lo siento. Cicatriz sobre cicatriz. ¿Aún he de creer en el amor? Hijo de puta. Hijo de puta. Te quiero, pequeño, te quiero, hijo de puta te quiero.

Dios... Te quiero.

sábado, septiembre 23, 2006

Niña.

Cupido descansando
Julia Margaret Cameron 1872


En la palma de mi mano cabe un Universo; en la palma de mi mano late un Universo.

Dibujo en ella un niña.

En su pelo enredo historias; en sus ojos hago arder galaxias enteras.

sábado, septiembre 16, 2006

Amor y muerte. Sexo y muerte.

Entierro de Atala
Anne-Louis Girodet de Roussy-Trioson 1808

“Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente”

Reconocí las palabras en cuanto las vi por primera vez. Era una adolescente romántica y en los versos del poeta creí reconocer mi propia voz. Ahí estaba la clave. “Quiero amor o la muerte. Amor o la muerte”. Las susurraba una y otra vez y veía en ellas el sentido de la propia existencia. ¿Para qué vivir si se sabe que la muerte está próxima sino es por amar y ser amados? ¿Acaso tenía sentido este cuerpo y este tiempo que nos había sido regalado si no había una persona, al menos una persona, a la que entregarnos y que se entregara a nosotros? No, aquella adolescente lo tenía muy claro: amor o muerte.

Pero aquella chiquilla de lo que hablaba era de vida, del sentido mismo de la existencia, mientras que esta mujer que soy hoy ha recordado el viejo poema mientras pensaba en la relación del sexo y la muerte. Eros y Tánatos, todo un clásico. Una deliciosa novela “El necrófilo” de Gabrielle Wittkop me ha abierto los ojos a un mundo oscuro, morboso y fascinante.

El marqués de Sade lo conocía bien: "no hay mejor medio de familiarizarse con la muerte que aliarla a una idea libertina".

Brutalidad y desesperación, maldad, depravación. El sexo tiene límites infinitos y temibles. El deseo y la carne puede hacernos más fuertes o destruirnos. Es realidad, vida, y al mismo tiempo sueño y muerte. Perturbación. Actos antinaturales. Violentación. Sometimiento.


Capricho 10 El amor y la muerte
Francisco de Goya 1799

Entrega.

Quisiera morir en tus brazos...
Haz de mí lo que quieras...
Soy tuya, tuya...

La voluntad de poseer por entero al objeto amoroso. Amor o muerte. Violencia. Y quien lo entiende mal, estúpidos amantes cerriles, prefieren matar al amado antes que perderlo. Pero no es eso de lo que hablo, sino del placer. Del abandono voluptuoso a la perdición, el goce, difuminar nuestros propios límites, borrarlos. La pequeña muerte, le petite morte. Abandonarse al descontrol, la locura.

Me pierdo por la red y releo fragmentos de viejos libros olvidados en mis estanterias. La fascinante "Historia de O", el catálogo de extrañas fijaciones sexuales que dibujó Krafft-Ebing a finales del XIX, la biografía de psicópatas reales que violaron, mataron, mutilaron y gozaron de las perversiones más macabras como Henry Lee...

Un escalofrío recorre el cuerpo y es imposible saber si lo origina el miedo o el placer. ¿Atracción o repulsión?

Para Sade, nada detiene el libertinaje: " la verdadera manera de extender y multiplicar sus deseos es querer imponerle límites...no hay nada que lo contenga".

Sin límites, sin contención... No es de extrañar que haya tanta gente aterrada ante la idea de dejarse llevar. ¿Quién sabe qué oscuras zonas de sus mentes saldrían a la luz?

Unidad en ella.

La Donna della Fiamma
Dante Gabriel Rossetti 1870

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

Vicente Aleixandre
La destrucción o el amor

jueves, septiembre 14, 2006

Tot açò que ja no pot ser.


Closeup Kiss
Marcus Uzilevsky

Et besaria lentament, et soltaria els cabells, t'acariciaria els muscles, t'agafaria el cap per a besar-te dolçament, estimada meua, dolça meua, i sentir-te, encara més nina, més nina encara sota les mans, dessota els pèls del meu pit i sota els pèls de l'engonal, i sentir-te sota el meu cos, amb els grans ulls oberts, més que entregada confiada, feliç dins els meus braços. Et veuria anar, tota nua, anant i tornant per la casa, tot açò que ja no pot ser.

Sóc a punt de dir el teu nom, sóc a punt de plorar-lo i d'escriure'l per les parets, adorada meua, petita. Si em desperte, a les nits, em desperte pensant en tu, en el teu daurat i petit cos. T'estimaria, t'adoraria fins a emplenar la teua pell, fins a emplenar tot el teu cos de petites besades cremants. És un amor total i trist el que sent per tu, criatura, un amor que m'emplena les hores totalment amb el record de la teua figura alegre i àgil. No deixe de pensar en tu, em pregunte on estaràs, voldria saber qué fas, i arribe a la desesperació. Com t'estime!

Dánae
Gustav Klimt 1907

Em destrosses, t'acariciaria lentament, amb una infinita tendresa, i no deixaria al teu cos cap lloc sense la meua carícia, petita meua, dolça meua, aliena probablement a l'amor que jo sent per tu, tan adorable! T'imagine tèbia i nua, encara innocent, vacil.lant, i ja decidida, amb les meues mans als teus muscles, revoltant-te els cabells, agafant-te per la cintura o obrint-te les cames, fins a fer-te arribar, alhora, amb gemecs i retrocessos, a l'espasme lent del vici; fins a sentir-te enfollir, una instantània follia: tot açò que ja no pot ser, petita meua, dolça meua.

Et recorde i estic plorant i sent una tristesa enorme, voldria ésser ara al llit, sentir el teu cos prop del meu, el cos teu, dolç i fredolic, amb un fred de col.legiala, encollida, espantada; vull estar amb tu mentre dorms, el teu cul graciós i dur, la teua adorable proximitat, fregar-te a penes, despertar-te, despertar-me damunt el teu cos, tot açò que ja no pot ser. Et mire, i sense que tu ho sàpies, mentre et tinc al meu davant i t'estreny, potser, la mà, t'evoque en altres territoris on mai havem estat; contestant les teues paraules, visc una ègloga dolcíssima, amb el teu cos damunt una catifa, damunt els taulells del pis, a la butaca d'un saló de reestrena, amb la teua ma petita dintre la meua, infinitament feliç,
contemplant-te en l'obscuritat, dos punts de llum als teus ulls, fins que al final em sorprens i sens dubte em ruboritzes, i ja no mires la pantalla, abaixes llargament els ulls. No és possible seguir així, jo bé ho comprenc, però ocorre, tot açò que ja no pot ser.

Dona sentada
Egon Schiele 1917

Revisc els dolços instants de la meua vida, peró amb tu. És una flama, és una mort, una llarga mort, aquesta vida, no sé per qué t'he conegut, jo no volia conéixer-te... A qualsevol part de la terra, a qualsevol part de la nit, mor un home d'amor per tu mentre cuses, mentre contemples un serial de televisió, mentre parles amb una amiga, per telèfon, d'algun amic; mentre que et fiques al llit, mentre compres en el mercat, mentre veus, al teu mirall, el desenvolupament dels teus pits, mentre vas en motocicleta, mentre l'aire et despentina, mentre dorms, mentre orines, mentre mires la primavera, mentre espolses les estovalles, mor un home d'amor per tu, tot açò que ja no pot ser. Que jo me muir d'amor per tu.
Vicent Andrés Estellés

martes, septiembre 12, 2006

Recordar sensacions.

Tengo una costumbre tonta, hacer listas de todo. Es mi manera de ordenar los pensamientos y el mundo a mi alrededor. Sistemizar, no dejarme ahogar por el caos y la confusión. De pronto en una pequeña libreta encuentro la siguiente lista:

Recordar sensacions
  1. El contacte amb la terra em dóna força.
  2. Sóc terra, sóc foc, sóc aigua, sóc aire.
  3. Crec en mí. Sóc valuosa, puc enriquir els altres.
  4. Sóc dona, sent les corrents de força circular pel meu cos.
  5. Control.lar la respiració, meditar, em faria sentir açò millor.
  6. Els arbres són els primers temples.
  7. La meua ànima té capacitat i ganes de crèixer.
Pero soy incapaz de recordar a qué andaba dando vueltas esa pequeña soñadora o de donde venía. No importa, me alegra haberla encontrado justo ahora cuando necesito recuperar la paz y la alegría. Soy rica porque tengo a mis amigos y un mundo lleno de posibilidades.

Si te dicen que caí
(es verdad, y es verdad)
No sientas ni un segundo más de lástima por mí
que me voy a levantar
y si te falta una imagen
quiero que me recuerdes así:
con el viento en las velas.

Calamaro.

El miedo.

Una mañana, nos regalaron un conejo de Indias. Llegó a casa enjaulado. Al mediodía, le abrí la puerta de la jaula. Volví a casa al anochecer y lo encontré tal y como lo había dejado: jaula adentro, pegado a los barrotes, temblando del susto de la libertad.

El libro de los abrazos
Eduardo Galeano

Tenía su nombre siempre en la boca. Sentía sus efectos en mí. Hablaba y le acusaba de mi parálisis, pero jamás he sido tan consciente de su poder como ahora cuando he visto lo que es capaz de hacer sobre los otros. Ahora que le he mirado a los ojos entiendo mejor lo que me ha hecho a mí.

¿Cómo puede dejar de intentarse por el miedo a fracasar? Absurdo, ¿verdad?, pues es lo que he estado haciendo desde hace tanto que ni me acuerdo. Si un exámen me angustiaba decidía no presentarme e inmediatamente me sentía mejor. Me negaba a intentarlo, prefería asumir mi fracaso desde el principio para no sufrir después. Quise ser escritora, pero tenía pánico a ser mala. Ante ello, ¿qué mejor que no escribir?

Tener miedo a nuestros propios deseos es mucho más común de lo que pueda parecer. Los psicoanalistas dicen que el deseo suele ser vivido como peligroso. Tememos lo que deseamos. Quizás por la incertidumbre de nuestros deseos, son extraños a nosotros mismos. ¿El miedo a la libertad? Y aquí me reencuentro con mi pequeño y su Historia Interminable: ¿olvidáis lo que hay escrito en el Auryn? "Haz lo que desees", y el dulce Bastián es el encargado de mostrarnos que el camino de nuestros deseos es más doloroso de lo que jamás pudimos pensar.

Y si nuestra libertad ya es peligrosa, por inciertos y desconocidos nuestros deseos, ¿cuánto más miedo habremos de tener a la libertad del otro? Otra mente que no es la nuestra, la mente amada, soñando, deseando, en los subterráneos de su alma, allá donde nosotros no somos capaces de llegar. Allá donde nos aterra llegar.

Quizás, por eso mismo, a veces el mismo sexo nos da miedo si nos acercamos a sus límites. Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.

domingo, septiembre 10, 2006

Érase una vez...

...un cuento que parecía lleno de ventajas.

Andaba por tierra firme tambaleándome un poco, llena de miedos pero con ilusión por superarlos, asustada pero con fuerza, cuando de repente el suelo se ha hundido bajo mis pies.

Acabo de caerme por otro agujero. Mierda.

jueves, septiembre 07, 2006

Insomnia.

Noche
Edward Burne-Jones 1870

Imposible dormir, demasiados nervios. Los comics y las novelas se amontonan sobre la mesilla de noche. Empiezo a pensar en ese paquete de cigarrillos abierto en la mochila. Estoy demasiado nerviosa, ¿qué me pasa? Los fantasmas se agolpan de pronto, me roban el sueño y la paz. De dar tantas vueltas he deshecho la cama. Mañana vuelvo a marcharme. Hace un mes que no veo a mis padres y mi madre me envia de vez en cuando escuetos sms que me suenan demasiado ariscos y no contesto. Esos cigarrillos... Leía un comic antes de dormir que me tiene enganchada, Strangers in Paradise. Últimamente encuentro comics fabulosos: la saga de los Borgia con dos pesos pesados como Manara y Jodorowsky es increíble (si os gusta el erotismo morboso, claro). A mí me encanta. Hoy me he cortado el pelo y estoy horrorosa. Definitivamente voy a fumarme un cigarrillo en el balcón. ¿Qué me pasa? ¿Por qué me atormentan imágenes enterradas?

Y me pierdo en el blog y leo a Esther y me golpean sus espectros, que a veces parecen los míos. Y estoy harta de dar vueltas y estoy harta de que se me vaya la cabeza y los pensamientos se me condensen tanto que soy incapaz de formularlos. Y me preguntan "¿qué te pasa?" y siempre respondo "nada" o "no lo sé". Jodida inseguridad patológica, jodido sentimiento eterno de desamparo. ¿Por qué esta necesidad de acurrucarme y ser bebé? ¿Cual es la fuente de tanto miedo? Miedo, miedo, miedo, siempre miedo. Miedo a amar, miedo a que me amen, miedo a estar sola o a dejar de estarlo, miedo a decidir, miedo a equivocarme una vez más, miedo a fracasar, miedo a haberlo hecho ya, miedo, miedo, miedo.

Miedo.

lunes, septiembre 04, 2006

El gato y la pantera.

El gato ronroneante se convierte en pantera. El espacio de mi cuerpo le queda estrecho, noto como se revuelve y da vueltas en mi interior. Se siente preso y su inquietud es la mía. Su desasosiego me obliga a coger el coche y apretar el acelerador. Escapar de casa. Huir. Escapar hacia lo que parece ser adelante. Aquí, ahora, no tengo sentido. Devoro kilómetros y el animal parece calmarse. Por si acaso no le doy tregua y sólo paro a poner gasolina. Hasta que llego a mi destino. Una cerveza en la terraza (¿desde cuando me he aficionado a la cerveza?), mi pequeña Moleskine negra y un motivo para esperar. El gato parece tranquilo ahora.

Ni tan siquiera he estado en Valencia dos días. Tres semanas en la Isla Encantada, un fin de semana largo en Madrid y volver a casa me ahoga.

Aquí el calor es sofocante. Por las calles parece que falta aire para respirar. Hoy ni tan siquiera he salido. Pensaba volver al Reina Sofía, hundirme en la contemplación de los lienzos, emocionarme ante algunos de ellos donde parece vislumbrarse una verdad... pero de pronto no me apetece moverme. Me siento cansada y es todo confuso, el gato se agita hoy. Pronto la realidad me agarrará del brazo y tendré que pensar seriamente en el trabajo y en como quiero enfocar mi vida. Pero por ahora soy incapaz de hacer planes. El calor es demasiado pegajoso, mi cuerpo se limita a sentir y mi cabeza ha dejado de pensar. Y aquí estoy, tirada en la cama revuelta comiendo chocolate y leyendo comics.

¿Y qué más da? De vez en cuando a una le viene bien tomarse vacaciones de sí misma.

miércoles, agosto 30, 2006

Invencible Marguerite.


“Nunca seré vencida. Sólo a fuerza de vencer. Puesto que cada una de las trampas que sorteo me encierran en el amor, que acabará por ser mi tumba, terminaré mi vida en un calabozo de victorias. Sólo la derrota encuentra llaves y abre puertas. La muerte, para alcanzar al fugitivo, se ve obligada a moverse, a perder esa fijeza que nos hace reconocer en ella al duro contrario de la vida. Nos da la muerte del cisne golpeado en pleno vuelo; la de Aquiles, agarrado por los cabellos por no se sabe qué Razón sombría. Como en el caso de la mujer asfixiada en el vestíbulo de su casa de Pompeya, la muerte no hace sino prolongar en el otro mundo los corredores de la huida. Mi muerte, la mía, será de piedra. Conozco las pasarelas, los puentes giratorios, todas las zapas de la Fatalidad. No puedo perderme. La muerte, para acabar conmigo, tendrá que contar con mi complicidad”

Marguerite Yourcenar
Fuegos 1936

martes, agosto 29, 2006

Fénix.

Detalle de un Fénix. Bestiario de Aberdeen.

Acaba el verano. Se acabaron las tardes en la playa y las noches de mojito en mano en la piazzeta. He vuelto a casa, un piso recalentado por el sol donde mi gato me ha recibido con maullidos de alegría. Está bien después de que me pierdan la maleta en el aeropuerto, seis horas en el tren de la muerte, quedarme tirada en la puerta de casa sin llaves, ni coche, ni teléfono móvil... Pero está bien. Humph encantado de verme y mis amigos también. No se puede vivir un perpetuo verano, las estaciones deben sucederse una tras otra y nosotros vivirlas todas en un perpetuo juego.

Supongo que está bien volver a casa, pararse un poco y mirar alrededor. Seamos un Fénix. Hemos ardido en una explosión de fuego multicolor perfumado de especias y pronto de entre las cenizas surgirá una pequeña larva, la futura ave, la misma de siempre con fuerzas renovadas. Es momento de hacer planes, de pensar en lo que será de nosotros esta nueva temporada que comienza. ¿Será el mismo trabajo de los dos últimos años o me marcharé a Bruselas? Planes, planes y más planes. ¿Retomaré el inglés y la facultad o será demasiado con el italiano? ¿Me decidiré a ser al fin responsable e ir a la piscina todas las semanas? Tanto que aprender, tanto que soñar...

Acaba el verano, vivimos sus últimos coletazos y yo me siento renacer llena de fuerza y de vida. Como el Universo que se expande y contrae, nuestras vidas se agotan y renacen en ellas mismas. Así me convierto en una nueva Doña Aiuola y en mis ramas marchitas brotan tiernas hojas verdes. De mis frutos alimento el mundo y del mundo me alimento yo.

Y todo está bien.

jueves, agosto 17, 2006

El agujero del cuento.

El gusto del helado en el paladar; la espalda apoyada en la piedra marcada por los siglos de lluvia, viento y guerra; y un mar que rompe sobre los bastiones de esta ciudad fortificada. El sol ya esta muy bajo y hace un poco de frio. Si miras fijo el horizonte puedes jugar a que estas en un barco que avanza sobre las olas hacia nuevas tierras. Y puedes fingir que eres aquel capitan pirata que recitabamos de ninos y cantaba alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa.

Aqui en cambio, a la derecha veo la sombra de Capo Caccia y sus acantilados tallados a fuerza de mar y viento (alguna vez podra haber otro Land's End? Nunca sere como aquella mujer del autobus?). A la izquierda, el paseo, con los otros turistas que como yo disfrutan del espectaculo de un mar gris que parece serio pero no deja de jugar consigo mismo en una exhibicion de coqueteria adolescente. Y a mi lado, la mochila negra donde me espera el pequeno Bastiano con la Storia Infinita derramandose sobre el mundo y mi mirada.

Las islas son rompecabezas repletos de misterios. Ni se mueven ni se estan quietas, son trampas infinitas, juegos que nos traen sorpresas y las esconden para que las busquemos luego. Como me gusta ese cuento que habla de una isla llena de agujeros que te pueden llevar a cualquier otro punto del cuento. Y eso es precisamente lo que me ha pasado a mi aqui. Entre cuevas de piratas (vale, era una turistada, pero eso no es culpa mia, jo...); playas blancas, azules y verdes y noches de verano me he caido en un agujero. Claro que yo andaba un poco despistada peleando con fantasmas para ver si a fuerza de voluntad (o ellos o yo) lograba deshacer sus sombras. Y asi, jugando y sin querer, me he caido por un agujero y he amanecido en otra parte del cuento. En esta parte, el aire es mas ligero y por la noche ya no se oyen lobos que aullan a la luna, el unico lobo que hay dice que esta domesticado. Pero yo no veo principitos domadores sino caperucitas que le han robado los zapatos a Dorothy y juegan a buscar un mago que las lleve de vuelta a casa.

Y por si acaso, yo decido que me voy a meter en el bolsillo un hilo de Ariadna para no perderme en el Bosque en una buena temporada y no volver a caerme por otro agujero pronto. Que me gusta jugar a ser una pequenaja sin miedo ni cicatrices y por ahora este cuento parece bonito.

sábado, agosto 12, 2006

Ferragosto.

Cielo nublado sobre l'Alghero. Como el dia quince es Ferragosto, fiesta nacional, los turistas han invadido mas si cabe esta isla perdida y ni siquiera hemos podido alquilar un coche para ir de excursion este fin de semana. Si el tiempo es bueno manana saldremos en velero por la costa.

Hace frio hoy. Estoy haciendo tiempo con las chicas esperando a que abran alguna tienda para poder comprarme una chaqueta.

La escuela de italiano ha sido una decepcion horrible. Solo hay dos aulas y apenas quince alumnos: un grupo de jubilados y adolescentes. Lastima desperdiciar tres semanas en Cerdena con tristezas y quejas banales.
No me gusta estar triste, lo siento, lo siento. No queria escribir siempre basura autocompasiva llena de melancolia, no queria estar siempre lloriqueando como una nina pequena porque me siento sola, y si embargo, al final siempre caigo en lo mismo. Lo siento, lo siento. Ayer estuve mas contenta. Habia recuperado mi equilibrio y paseaba por el centro de esta ciudad historica disfrutando de mi soledad y de la mirada sobre las cosas. Bebo un sorbo de mi cafe macchiato y lo saboreo. Miro un edificio con la piedra gastada como arena de playa y lo acaricio. Me hablan de civilizaciones antiguas como los etruscos y me lleno de asombro y ganas de saber para luego recordar el matrimonio Cerveteri y ponerme triste de nuevo. Pero recupero la paz. A pesar de los suenos estranos, a pesar de q estas vacaciones no son como esperaba, me esfuerzo por recuperar la paz.

Me llaman, me voy de excursion. Peccato que hoy hace un poco de frio. Tengo ganas de sol y de luz.

viernes, agosto 11, 2006

L'isola che non c'è.

Llevo ya tres dias en una isla de papel. La isla de Nunca Jamas, l'isola che non c'è. Sardegna,la isla donde estoy sin estar. Garabateo palabras en el cuaderno blanco de la escuela pero es mi cuaderno negro virtual el que echo de menos, ese cuaderno que me cuenta a unos Ninos Perdidos que me contemplan desde el otro lado.

El sol aparece y desaparece. Estoy en la playa, un lugar de arena blanca en que los pinos juegan con el agua transparente. Hace apenas unos dias que el avion planeaba sobre un pedazo de tierra oscura robada al mar, lejos de una carretera donde la musica sonaba a todo volumen y podia reir y llorar. Y ahora estoy aqui, lejos de todo y de todos. En una ciudad turistica con el doble de poblacion que en invierno, marionetas de colores que me aturullan.

Cada noche me acurruco temblando en una cama demasiado grande. Mis libros me hacen compania desde las mesitas de noche y yo cierro los ojos muy fuerte para inventar un sueno y unos labios que me quiten el miedo y el aliento. Pero no hay besos ni abrazos, es un nuevo dia el que llega. Un dia con sol que acaricia la piel y agua fria que muerde los hombros y apuntala las fuerzas.

Hay belleza en este lugar. Tras las manadas de veraneantes se esconden piedras gastadas que murmuran secretos olvidados. Tras este mar transparente donde se refleja la luz de la tarde hay una historia de sangre vertida y voluntades sojuzgadas, de violencia y muerte. Hay belleza en este lugar, pero me cuesta encontrar en mi la alegria para disfrutarla. La sorpresa es una liebre que aguarda en el erial y yo no la encuentro.

lunes, agosto 07, 2006

Las puertas abiertas.

Las puertas siempre permacen abiertas el día del Cristo. Fue la casa en la que vivieron mis abuelos, la casa en la que viví de niña, la casa en la que si todo va como parece viviré yo mañana. Pero sea como sea, esta noche, las puertas siempre permanecen abiertas y ahí estamos todos. Cada uno con nuestros infiernos particulares, pero ahí estamos.

Ahí hemos estado esta noche. Mi hermano con su resaca, mi padre de corbata, mi madre medio borracha y yo estrenando vestido rojo. Esa procesión simboliza nuestras raíces y por eso ahí estamos. No soy creyente ni finjo serlo, pero las viejas caras conocidas, el olor de la cera ardiendo, la luz del fuego y la música de la banda se repiten año tras año desde mi infancia. Esa procesión es mi pueblo y somos todos. Y al igual que Campanilla sólo podía vivir si los niños creen en las hadas, nosotros sólo podremos existir mientras esta noche las puertas siga estando abiertas.

Hoy mi madre se ha echado a llorar. He intentado abrazarla, pero sigo sin saber hacerlo, no sé como acercarme a esa mujer a la que tanto he admirado y no conozco, esa mujer que se hunde lentamente. Demasiado alcohol y pastillas para mantenerse a flote se transforman en lastre que pesa. Cuánta corriente subterránea, cuánto de oculto hay en nuestras vidas. Cuánta mentira agazapada y cuánta verdad resplandeciente y ya no sabemos distinguir unas cosas de otras. No quiero sentir pena por nosotros, nosotros que éramos inteligentes y pudimos tenerlo todo y no sabemos qué perdimos en el camino ni por qué. No, no es pena lo que debemos sentir, ni tampoco el desencanto, aunque sea como sea, al final sólo nos quedan nuestros infiernos particulares y esta noche en la que las puertas permanecen abiertas.

Y así estarán el año que viene.

Y nosotros estaremos allí.

domingo, julio 30, 2006

Convaleciente.

Venus Verticordia
Dante Gabriel Rossetti 1864 - 68

Ni siquiera sé por qué empecé este blog. Pero estos seis meses en los que juego a ser Enttropía han coincidido con una época extraña en mi vida, y de escaparate de temas este lugar pronto adquirió tintes de diario. No quería convertirlo en un espacio de exhibicionismo emocional, y sin embargo, ¿cuántas veces he caído en ello?

Ahora voy a contar mi historia.

Todo empezó con un amor. Tenía 23 años y me enamoré casi sin darme cuenta. Era una relación que nunca debió iniciarse y aún así siguió adelante a pesar de todas las dificultades, y eran muchas, a lo largo de varios años. Hasta que no aguantamos más. Para podernos separar creamos un muro de silencio entre nosotros. Un mail de vez en cuando, un "¿cómo estás?", un "cuidate", incoloros e ínsipidos. Y hielo y distancia.

Hasta que todo volvió a empezar, y esta vez era más doloroso y más imposible que antes. ¡Cuanto nos queríamos y no era bastante! Y ese amor que empezó inocente y tierno hacía más daño que nada. Dolor y frustración. Romper y reconciliarse de manera enfermiza. Llorar, sentirse culpable, pedir demasiado o demasiado poco, llorar, amar, llorar. Hasta que se acabó.

Una vez le dije que me cortaría las manos antes que hacerle daño, y sin embargo yo, yo que le adoraba, le estaba destrozando sin querer. Y él, que era la mejor parte de mí, me estaba matando poco a poco, me estaba robando mi presente y mi futuro. Llenaba cada parte de mi ser. Cuerpo, mente y corazón al unísono. Estaba completa y absolutamente entregada a él. Y después, el vacío.


El vacío.


Ya no había una llamada para darme los buenos días y otra que me deseara las buenas noches. Ya no había nada que me llenara, nada. Levantarse de la cama... ¿para qué?, ¿ir dónde? Nada me ilusionaba. El vacío en mi interior. Pero yo quería vivir. Ante todo, quería vivir. Jugué con ideas morbosas mientras esperaba que él volviera a mi lado. No podía vivir sin mí, estaba segura de ello, me lo había dicho llorando cuando la heroína recorría su sangre: me muero sin tí, me muero sin tí...

Así es que al principo me negaba a creer que esta fuera una ruptura definitiva. Al fin y al cabo habíamos roto antes mil veces y mil no habíamos podido evitar correr uno a los brazos del otro. Pero no, esta vez nos habíamos hecho demasiado daño. En mí no quedaban ya ni los restos del naufragio.

Empecé a asumir que se había acabado y como dice la canción "tracé un ambicioso plan: consistía en sobrevivir". El Valium no debía volver a convertirse en una tentación. Por eso he iniciado este confuso peregrinaje en busca de razones para
vivir. He acudido a la psicóloga y a mis amigos. Me divierto y me mantengo en acción. Salir, bucear, nuevos amigos, mucha noche, drogas y alcohol, lo que sea necesario para mantener a ralla el dolor.
Y lo he logrado.

La esperanza
George Frederick Watts 1886

Ahora estoy convaleciente. Soy una mujer que despierta de una larga enfermedad y trata de aprender a vivir. Aprender a no tener miedo, a entregarse, a no pensar. Tengo hambre de vida y toda la fuerza del mundo en mi interior. Será un proceso largo, las heridas son demasiado recientes, demasiado profundas, pero todo irá bien.

No dudo que al final todo saldrá bien. Eso seguro. Al final, siempre sale todo bien.

Fantasia cercada por la Nada.

veces las cosas no son lo que parecen.

La Emperatriz Infantil encerrada en la torre mientras la Nada le cerca. Llama y grita "Bastián ven, ven a salvarme". Pero nadie va y la Nada rodea por completo esa torre de marfil, y fuera está oscuro, y se dice que nadie vendrá a sacarle de allí, así es que se pone su armadura, monta en un dragón de la suerte y sale al exterior. Sobrevuela la Nada. El viento refresca sus sienes mientras ella bajito sigue suplicando "Bastián sé que estás en algún lugar, aquí fuera, ven, ven mi amor, mi pequeño, salva Fantasia".


A veces, cuando me pongo triste a media tarde, me siento como la Emperatriz Infantil. Pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión.

viernes, julio 28, 2006

Viernes de resaca.

Resaca antológica. Una diadema de hierrro que me tortura desde esta mañana, náuseas y el alma empantanada en alcohol.

Buufff...

miércoles, julio 26, 2006

Corazón coraza.

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
M. Benedetti
El poema que una vez fue mío. 

domingo, julio 23, 2006

La danza de la soledad.

soledad.

(Del lat. solĭtas, -ātis).

1. f. Carencia voluntaria o involuntaria de compañía.

2. f. Lugar desierto, o tierra no habitada.

3. f. Pesar y melancolía que se sienten por la ausencia, muerte o pérdida de alguien o de algo.

4. f. Tonada andaluza de carácter melancólico, en compás de tres por ocho.

5. f. Copla que se canta con esta música.

6. f. Danza que se baila con ella.

Bailemos la danza de la soledad. Es muy fácil. Entras en la casa, hace mucho calor. No hay nadie. Enciendes el aire acondicionado en el comedor y tratas de avanzar un poco el trabajo para que mañana no te entre el pánico en la oficina. Vienes de ver a tus amigos. Se han marchado por parejas. Menos tu ex, que sabes que también se siente triste y solo. Pero tú no puedes acompañarle. No.

En la casa hasta el gato parece detenido en el tiempo, le agobia el calor. Notas que tienes ganas de llorar, esa vieja opresión en la garganta. Recuerdas al hombre que ayer mismo te dijo que luchaba contra el desencanto y le echas de menos aunque sabes que no te quiere. Te gustaría tenerle cerca, asomarte a su interior a pesar del vértigo. Recuerdas ahora al hombre al que entregaste tu alma y la barbilla te tiembla de dolor y rabia. No quieres pensar "cobarde", pero masticas la palabra. Sabe a cobre, como la sangre que sacó de tu vientre.

Estás cansada. Pasan las horas. Cuando sales del comedor el calor te da una bofetada. Sabes que te costará dormir y no quieres acostarte hasta que sepas que te dormirás enseguida. No quieres dar vueltas en la cama vacía. No quieres llorar.

...

Mañana será diferente, sonreirás a la luz del día. Pero para llegar a esa sonrisa, antes has de bailar la danza de la soledad.

Tenho en mim todos os sonhos do mundo.

Reposo
John Singer Sargent 1911

Não sou nada.
Nunca serei nada.

Não posso querer ser nada.

À parte isso, tenho em mim todos os sonhos do mundo.

Tabacaria, Álvaro de Campos, 15-1-1928
Fernando Pessoa

jueves, julio 20, 2006

Cansancio.

Sólo quería ser un cuadro de Chagall y desaparecer volando sobre los campos. Mecerse en las corrientes aéreas y ser la mujer que soñó Oliveiro. Sólo quería hacer el amor volando y el mundo se empeñaba en estirar de sus faldas y lanzarla contra duras camas pedestres. Y ella se protegía con los brazos, las palabras y una armadura oxidada de tanto llevarla.

¿Pero cómo explicar lo que ni una misma entiende?

miércoles, julio 19, 2006

En el Jardín de la duermevela.

Franz von Stuck
El pecado 1893

Esta noche vuelvo a percibir su olor,
hoy el cielo oscurece para mí y allí crece perfecta. La puedes ver brillar a la luz de las estrellas en su jardín, el jardín de la duermevela. Es el jardín donde el alma sueña. Ella se convierte en una obsesión, cada nervio se estremece en erección al sentir su dulce aliento en mi garganta y su cálida voz susurrar muy dentro de mí:

-Ven, fóllame,
ven a mí, soy la duermevela.
Ven al jardín donde el alma sueña.-

¿No lo veis? Me ofrece su bendición y su amor de muerte. ¿No comprendéis que yo ya no soy yo cuando ella entra en mi sangre y me pone a morir? Buscadme allí, en el jardín de la duermevela.

Nacho Vegas.

lunes, julio 17, 2006

Historias y secretos.

La joven con el cabello dorado
Frederick Leighton 1895

He sido Leonardo Villalba, Rodia Raskolnikov, Bastian Baltasar Bux, Edmundo Dantés, Elizabeth Bennet, D'Artagnan, Drácula, Jane Eyre, Guillermo de Baskerville, Escarlata O'Hara, Harry Potter, Dorothea Brooke, Ignatius J. Reilly, Jean Baptiste Grenoville, Tess de Urberville, Frodo Bolsón, Beverly Marsh, Carmilla, Hercules Poirot, Lulú, Arianne y Solal, Humbert Humbert y Lolita... He sido inmortal, árbol, viejo, niña, rey y psicópata. Pirata y náufrago, hermafrodita y caballero andante. Trasgo y ninfa. He vivido tantas vidas que casi no puedo recordarlas todas.

...

Por cierto, aprovecho la ocasión para gritar al viento secretos vergonzantes que me reconcomen las entrañas:

uno, Proust es insoportable y su madalena un mito;
dos, Joyce no se leía ni él;
tres, tengo una manía irracional a Los pilares de la tierra, ¿por qué tanta gente se empeñará en que es su libro favorito?;
cuatro, Coelho, Bucay y Baricco insinuan mucho y no dicen nada;
cinco, la pereza me invade cada vez que decido empezar Rayuela;
seis, no acabé La montaña mágica, la dejé después de 500 páginas, antes de que el tiempo se me detuviera a mí también ahí arriba;
siete, confesión cinematográfica para desengrasar, 2001: Una Odisea en el Espacio me produce un sopor insufrible, jamás he logrado llegar ni a la mitad;
ocho, me encantan las novelas de amor en la época victoriana, sí... Victoria Holt, ¿qué pasa?;
nueve, creo que me he leído casi todas las noveluchas de vaqueros de Marcial Lafuente Estefanía;
diez, aprendí lo que era una felación con Las edades de Lulú, ¡qué gran novela...! ;-)

sábado, julio 15, 2006

La derelitta.

La derelitta
Sandro Botticelli 1495

Lienzos de la tragedia por las gradas
tendidas a cordel. Se han congelado
el rosa, el siena, el gris. Desventurado
el que tiene las puertas clausuradas.

Clausuradas están. Soñar espadas
contra el bronce tenaz es un pecado
de inocencia. No hay llave ni candado
que te abran paso al Reino de las Hadas.

No te tapes la cara: nada puedes
hacer contra la faz del abandono
si ya pasó el umbral de tus retinas.

Por más que trates de abolir el trono
de la ausencia con llanto, las paredes
del dolor ya han formado cuatro esquinas.

Aníbal Núñez


Derelitta en italiano significa desvalida, desamparada.

Hace años que descubrí a Aníbal Núñez y justamente hoy, cuando se me resquebraja la alegría, vuelvo a encontrarme con él. Y me dice que soñar espadas es de bobos y que ya no podré entrar nunca en el Reino de las Hadas. Entonces me he hecho pequeñita, me he encogido sobre mí misma, y he deseado con todas mis fuerzas que alguien me cuidara y me protegiera un poco.

viernes, julio 14, 2006

Perras y princesas.

Utagawa 1850

¿Tan difícil era de entender que lo que ella quería es que la escucharan como a una compañera, la mimaran como a una princesa y la follaran como a una perra?

jueves, julio 13, 2006

La Teoría de las Cuerdas.

Las escaleras de oro
Edward Burne-Jones 1880


Aquel muchacho llamó mi atención de la última manera que hubiera creído posible: la ciencia.

Me habló de la Teoría de las Cuerdas.

Mi interlocutor trataba de explicarme que matemáticamente se ha demostrado que existen once dimensiones. Hasta ahora conocíamos cuatro, tres espaciales y una temporal, de modo que imaginad lo que supondrían once. Si la teoría de las cuerdas fuese cierta, aunque sólo fuera en una parte, las implicaciones serían fabulosas, fascinantes...

Claro, que por ahora no he avanzado mucho en mis intentos de entender esta sorprendente formulación. Al parecer une por primera vez dos teorías que explicaban partes del universo, pero que jamás habían llegado a confluir o explicar el Todo: relatividad y física cuántica. La teoría de las cuerdas engloba ambas disciplinas, los dos pilares de la física actual. Durante treinta años Einstein persiguió en vano una ley que unificara a todas las demás, una sóla ley para explicar el universo. ¿Será esta?


La Teoría de las Cuerdas supone que todo lo que sucede en el universo surge de las vibraciones de una única entidad: microscópicos lazos de energía que se encuentran en el auténtico núcleo de la materia y que habitan en espacios de dimensiones superiores a las cuatro del espacio-tiempo einsteiniano.


La ciencia nos abre una puerta a los sueños.