martes, diciembre 25, 2007

Adiós.

Se acabó este blog y se acabó Enttropia. Una noche se acostó y ya no volvió a despertarse.
Muchas gracias a todos los que nos habéis acompañado en un momento u otro del camino. ¿Quién sabe si volveremos a encontrarnos?

Hasta siempre y feliz Navidad.

miércoles, diciembre 19, 2007

Pequeñas Ofelias.


La pequeña Ofelia
Adolph-William Bouquereau


Llueve cuando coge el coche para volver a la casa. Está muy oscuro y la carretera mojada refleja las luces de los coches que vienen en sentido contrario. Le duele la cabeza, eso es por haber llorado. Las discusiones con él y los sofocos siempre le dan dolor de cabeza. Tiene ganas de dar un volantazo y estrellarse, pero no lo hace. Se mató porque las ruedas resbalaron en el asfalto mojado. Se había despistado al rebuscar una aspirina en el bolso.

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Hay una mujer en la playa. Un hombre la está mirando desde el paseo. Cree que es aquella muchacha, pero no está seguro, hay demasiada distancia. La mira mientras ella mira al mar. La mira durante mucho tiempo y luego se marcha. No llega a enterarse del escándalo. Han encontrado a una mujer muerta en la playa, se sentó cara al mar y tomó una pastilla tras otra hasta caer dormida y no despertar. Mal de amores dijeron todos.

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Cuando el policía llegó a la estación de tren aún no habían retirado el cadáver. Cerca del cuerpo encontraron una mochila y en ella un carnet de facultad. La chica estudiaba primero de Filosofía. Se había arrojado a las vías y el tren no tuvo tiempo de frenar. En él venía su novio, quería pedirle disculpas y una segunda oportunidad. Cuando vió su cuerpo destrozado tuvo una crisis nerviosa. Se abrió las venas tres semanas después.

lunes, diciembre 17, 2007

La Emperatriz Infantil se muerde las muñecas.

La Nada devora Fantasía. Durante cuatro años llueve como en Macondo y convierte Fantasía en una gelatina sucia. Un día tras otro de lluvia gris y una sensación viscosa en el vientre. Los pensamientos encharcados, el corazón podrido. El cielo está blando y mojado. Los contornos se difuminan y la realidad se pierde en forma de espiral.

La Emperatriz Infantil se muerde las muñecas. Los pequeños dientes acuchillan la piel mientras sus pensamientos giran y giran sobre sí misma hasta perderse. Los dientes despedazan venas y arterias, manchan de rojo su piel blanca y ella se ha perdido en un universo encharcado, una espera insomne y triste.

lunes, diciembre 10, 2007

Te quiero niño herido.

Cupido durmiente (detalle)
Michelangelo Merisi da Caravaggio 1608


Hay un pozo. Está muy oscuro. Desde su fondo miro hacia arriba, un círculo de noche. Musgos incandescentes se aferran al barro. Tengo miedo.

Ahí fuera hay un niño pequeño. Le llamo, le suplico que se asome a mi pozo. Veo su carita preocupada allá arriba, allá, tan lejos. No puede ayudarme, no sabe qué hacer para sacarme de aquí. No debí llamarle, ahora tengo miedo de que se caiga a este pozo, él, que es el niño que yo más quiero.

Tiene Escarlata pesadillas. Pesadillas de niebla y oscuridad. Busca algo. Busca algo mientras sus faldas se enredan a los jirones de niebla y resbala en el barro, una y otra vez.

Le quiero. Ese niño ha logrado hacerme feliz. ¿De dónde salió ese pozo? ¿Cómo me he caído en él cuando tenía un faro que iluminaba mi camino? Ah, ya me acuerdo, ha sido por culpa de los doce segundos de oscuridad. He dejado al niño sangrando. Conozco el olor de su sangre.

Me pregunto si estoy enferma, si la oscuridad es un virus que circula por mi sangre. O sólo soy una niña caprichosa que merece bofetadas por el daño causado.

La niña maga me protege. Soy un animal y ella me ampara. Me abre su casa, su família y su corazón. Me quiere. ¿Es que nunca me bastará el amor? ¿Qué más pruebas se necesitan? ¿Pruebas de amor o de que estoy viva?

He clavado un puñal al niño. Miro como brota su sangre y le pregunto cuanto me quiere. Dice que no puedo pedir amor incondicional mientras trata de restañar su herida. Estoy enferma. La niña maga me saca de allí para que no pueda clavar más puñales. Quiere enfadarse conmigo pero no le sale del todo.

Hasta aquí me llega el olor de la sangre. Un hombre y una mujer se quieren. Un bebé duerme. Allá, en otro pozo, hay un niño malherido.

Me alzaré.

Y a pesar de todo,
aunque me paralice,
y me invada el dolor,
o mil veces resbale en los mismos lodos,
sé que al final me alzaré
y la ocasión será
para brindar con los buenos amigos.

La paz y la canción

Nacho Vegas.

domingo, noviembre 18, 2007

La teoría de los pilares.

La Rueda de la Fortuna
Edward Burne Jones 1891


Debí leerlo en algún sitio y sin darme cuenta hice mi propia adaptación. Es una de esas teorías absurdas que parecen sacadas de un libro de autoayuda; sin embargo esta se me quedó grabada por alguna razón. Se supone que la felicidad de una persona se sostiene sobre cinco pilares. Por supuesto no todo el mundo puede contar con los cinco, eso sería un edificio vital asentado de manera extraordinaria. La mayoría hemos de conformarnos con menos.

Los pilares son cinco: el amor romántico, pareja; amigos; família de sangre; vida profesional y económica; aquellas pequeñas cosas que nos hacen ser como somos y nos llenan de alegría. En mi caso una novela victoriana, una taza de té calentito en invierno, un refugio agradable, mi gatito cuando estaba...

Hay quien limita sus pilares y apoya todo el peso en unos pocos: la pareja y la vida profesional, por ejemplo. Deja la amistad en un segundo plano y medio entierra aquellas aficiones que le daban vidilla. Deja las clases de italiano y no vuelve a bucear o a salir a la montaña. Esto es muy peligroso porque uno se empobrece y además se sitúa en una posición de riesgo. Si pierde el trabajo o la pareja se rompe, la persona se hundirá como una piedra.

Ahora no sé cuantos pilares tengo. El pequeñajo está aquí conmigo, eso es cierto, y sin él no podría hacerlo, me hubiera hundido hace tiempo. De hecho, es probable que ni siquiera me hubiera atrevido a venir a Madrid. Pero no me basta. Aunque sé que están ahí, en Valencia, echo de menos a mis amigos, e incluso a mi família. Echo de menos a los niños. Echo de menos mi trabajo. Me siento sola aquí. Pero todo saldrá bien, lo sé, antes o después encontraré trabajo y con un pilar más todo resultará más sencilo. Mientras tanto, odio que me digan que aproveche el tiempo, que no me queje, que yo valgo mucho, que estoy aquí porque quiero. Añade una vaga sensación de culpa a la mezcla y eso lo detesto. Todo saldrá bien. Pero a veces parece que nunca vaya a levantar cabeza.

viernes, noviembre 16, 2007

¿Por qué he de acostarme debajo de tí?

Lady Lilith
Dante Gabriel Rossetti 1868
"Adán y Lilit nunca hallaron armonía juntos, pues cuando él deseaba tener relaciones sexuales con ella, Lilit se sentía ofendida por la postura acostada que él le exigía. «¿Por qué he de acostarme debajo de ti? —preguntaba—: yo también fui hecha con polvo, y por lo tanto soy tu igual»-"

Yalqut Reubeni (colección de comentarios cabalísticos acerca del Pentateuco, recopilada por R. Reuben ben Hoshke Cohen)
Vaga por las fronteras del exilio desde entonces, en los márgenes de los malditos. Fueron dos sus pecados, dos sus delitos imperdonables. Tan terribles que no sólo le valieron la expulsión del Paraíso, sino también la de la historia y el mundo de los justos. Ahora ya no es ni un nombre ni un recuerdo; sólo sombra en la noche y sueño lúbrico. Cabello rojo flotante; mirada húmeda.

Cuentan, es leyenda, que antes de que el dios hebreo creara a Eva, creó a Lilith. Ella no provenía de ninguna costilla, sino que fue creada a imagen y semejanza de su hacedor, al igual que lo fue Adán. Cuenta la leyenda, dicen, que Lilith se enfrentó al varón: él la quería sojuzgada y ella se negó. Por ello se marchó, y por ello, ese dios masculino de barba blanca hubo de darle una nueva compañera a Adán.

Pero antes de marcharse, ella pronunció el nombre del dios que la había creado. Creyó tener derecho no sólo a su cuerpo sino también a la palabra. Ese dios de los hombres no se lo perdonaría nunca.

Lilith
John Collier 1892


Dios quiso borrar a Lilith. Como los faraones que castigaban borrando el nombre de los malditos de la piedra, el castigo divino fue la casi completa desaparición de Lilith de la historia. Dios, o los hombres que actuaron en su nombre. Sólo se la menciona una vez en la Biblia, Isaías 34:14, aunque parece que la referencia no resulta demasiado clara y depende de la traducción.

La sombra de Lilith fue arrastrada por el barro, lo poco que quedó vivo de ella fue manchado. Hoy se relaciona a Lilith con toda suerte de horribles leyendas y se la retrata como un monstruo ávido de sangre o semen. Como un demonio que raptaba a los niños de sus cunas por la noche, como la madre de los súcubos, como la amante de Satanás.

Pero ya hay quien ha tratado de rescatar la figura y leyenda de Lilith. Los góticos la consideran la primera vampiresa y por su rebelión hacia Adán, algunas feministas la han señalado como un símbolo de la liberación sexual femenina y de la lucha contra el patriarcado.

Sea como fuere, me gusta la leyenda de esta mujer orgullosa y altiva convertida en demonio. Ya escribí sobre ella, siempre la he considerado mucho más interesante que la pacata y castigada Eva. La primera mujer de la historia, la primera "desaparecida" de la historia. Tomen todas las mujeres el nombre de Lilith. Reivindiquemos como ella nuestro derecho al cuerpo y la palabra.

sábado, noviembre 10, 2007

Camille.


Ella le vio nada más entrar en el taller. Todo su cuerpo emanaba fuerza, pasión. Era un maestro, un genio, el mejor de los artistas del momento. Ella era una semilla que vibraba con la energía que aún había de desarrollarse. ¿Qué vio él en ella? Ojos verdes sin duda, belleza dorada, juventud. No sería hasta más tarde cuando él descubrió que en ese cuerpo menudo y frágil se hayaba una artista arrasadora. Para entonces ya eran amantes, lo fueron desde el primer día.

Ella apenas tenía veinte años; él, décadas más. Él era el primer amor de una joven ardiente; ¿qué sería ella para él? Era un hombre casado, con una amante fija, promiscuo. La humillaba dentro y fuera de estudio. Le prometía que se iba a divorciar.

Nunca lo hizo.

Ella fue la mejor alumna que un maestro pueda desear. Aprendió rápido y bien. Quizás demasiado para el ego de un artista temeroso de encontrar en su propio taller quien le arrebatara la corona. Así que durante diez años él la ninguneó en el estudio y escondió su talento a los ojos del mundo. Presentaba como propias obras que habían surgido de las manos de su joven amante. Y ella, mientras tanto, loca de amor. Le suplicaba que dejara a las otras, a su mujer, a su amante, que se quedara sólo con ella, que fueran felices los dos sólos al fin. Pero él la humillaba públicamente. Se pavoneaba con otras mujeres ante ella.

Y entonces, ocurrió.
Quedó embarazada y el mundo se detuvo.


Él le prometió que las dejaría, que por fin serían una pareja feliz, que por fin ella sería la única mujer de su vida. Ella lloró de alegría antes del saber el precio que iba a tener que pagar si quería su sueño hecho realidad: el aborto. Y abortó. Por amor a él.

Pero era una nueva mentira.
La definitiva.

Él no dejó a las otras mujeres y fue Camille quien se marchó. Rota. Una mujer resquebrajada. Se encerró en su propio estudio. De sus manos nacían cabezas de niño, en sus manos de artista paría a su hijo muerto. Rompió una tras otra sus nuevas esculturas de niños. Los vecinos la oían aullar día y noche. Aullaba de dolor, pobre alma rota, mientras con sus manos trataba de dar vida a quien se la había quitado.

Un día echaron la puerta abajo y se la llevaron. Al manicomio. La encerraron durante treinta años. Nunca volvió a esculpir. Su amante la dejó pudrirse en vida.

Hijo de puta.

martes, noviembre 06, 2007

Aquí.

Windswept
John William Waterhouse 1902

Aquí la pobreza no nos roza el vestido. La pobreza está en los sirvientes, la doncella que arregla mis cabellos o la que pule la plata; pero yo no la veo, es lo natural. La pobreza está en nuestros arrendatarios, con los que hacemos buenas acciones y ellos nos lo agradecen con respeto y reverencias. Forma parte del estado natural de las cosas que haya pobres y ricos. Aquí, donde yo estoy, el mundo es hermoso, y lo único que he de hacer es formar la delicadeza de mis sentimientos, extasiarme ante la belleza de la naturaleza, ante un soneto, una obra maravillosa. Ser una hija obediente, una joven sensata. Cantaré y ejercitaré mis dedos en el piano del salón. Quizás acuda a clases de dibujo. Este mundo es verde y esplendoroso. La lluvia limpia la suciedad, nos entrega el brillo de la hierba y los estanques reflejan temblorosos rayos de sol. Hay flores en los parterres por los que paseo con un libro de poemas en las manos. A veces las recojo yo misma y formo armoniosos ramos con los que adorno los salones. Aquí nada malo puede pasarnos. Cuando me canso de bordar o leer salgo a pasear al campo para hacer ejercicio y cada domingo acudo a la pequeña rectoría donde escuchamos el sermón. Todo está bien. Y si un día gris la melancolía me invade, pediré una tazá de té con leche y la beberé a sorbitos pequeños mientras me doy un baño de agua caliente. Me acostaré entre suaves susurros de sábanas y en una mullida cama me encontrará la mañana, sonriente y feliz de nuevo como un pajarillo. Ya habrá pasado la nube. Un día, un hombre pedirá mi mano a padre y nunca habré de preocuparme por el dinero. Le respetaré y me respetará. Forma parte del estado natural de las cosas, ya lo dije antes. Aquí nunca hay números rojos en la cuenta y las lágrimas en las mejillas no duran más que el rocío al salir el sol.

lunes, noviembre 05, 2007

Mi madre me espera para comer. O cómo lo nuestro se impone a lo de los otros.

Vengo de clase de italiano y he aparcado bastante pronto para lo que puede ser esto. Un lunes por la mañana es bastante más fácil que un viernes por la noche. Aún así el movimiento de gente y vehículos me ha agobiado. Las calles del centro de Madrid no son muy anchas y las furgonetas y pequeños camiones no tienen reparos en parar en medio de la vía y hacer sus gestiones mientras al que le pilla detrás no puede más que resignarse o maldecir en voz alta. No estoy acostumbrada a este follón y percibo cierta agresividad en el ambiente que me impele a estar atenta; como si en cualquier momento pudiera pasar algo malo y yo hubiera de estar en guardia. Quizás este estrés añadido, este vago miedo físico, se origine en el recuerdo de la agresión de aquella adolescente en un tren de cercanías catalán. Venía en el coche dándole vueltas. Lo gratuito del caso, su animalidad absurda, junto a la pasividad del único testigo da para pensar.

Nastagio degli Onesti, tercer episodio
Sandro Botticelli 1487

No voy a entrar ahora en lo exagerado de la valoración que tanto medios de comunicación como población hicieron de las imágenes. Aquellos días hubo noticias mucho más importantes que no disfrutaron de la misma atención porque no contaban con imágenes tan suculentas. Pero el periodístico es otro debate, ahora andaba pensando en la indiferencia, la cobardía, el egoísmo y la consiguiente vulnerabilidad que generan. Dicen que nunca ha habido tanta gente colaborando en ONG's como hoy en día, sin embargo no creo que por ello seamos más solidarios. Hemos pasado de vivir en una sociedad comunitaria, grupal, a una individualizada. A pesar de existir más derechos y garantías que nunca somos más indiferentes a las necesidades del vecino. La competitividad, el estrés, el consumismo, el ego como dios máximo nos llevan a preocuparnos sólo de nuestros intereses y los de nuestro círculo más íntimo.

¿Hubiera yo intervenido de estar en aquel tren?
Quiero pensar que sí, ¿cómo saberlo ahora?

Aquel mismo día en Valencia, Daniel, un joven de 23 años, murió en el hospital. Llevaba una semana en coma porque un hombre le había pegado un puñetazo cuando acudió a defender a una mujer.

Supongo que exagero, estoy segura de que si algo me ocurriera en la calle alguien vendría a socorrerme, quizás no la primera persona, quizás no la segunda, pero alguien ayudaría. Como Daniel ayudó. Una vez en la carretera, un motorista cayó al suelo y fuimos varios los que paramos a ayudar. Recuerdo que con un pañuelo de papel le quité el barro de los ojos a aquel hombre mientras esperábamos una ambulancia. Aunque también recuerdo que mi compañero me dijo: vamónos ya, que mi madre me espera para comer.

lunes, octubre 29, 2007

Sin palabras.


La expedición la formaban 20 malienses, 28 guineanos y tres senegaleses junto a cuatro africanos de los que Fall, de 29 años, desconoce la nacionalidad. Partieron de Nuadibú (Mauritania), la ciudad en la que trabaja como pescador junto a su hermano. "El dueño de la piragua me eligió como patrón porque yo ya había hecho el viaje", cuenta Fall, que explica que en octubre de 2006 ya recorrió el trayecto hasta Gran Canaria desde Senegal, para pasar cinco semanas en un centro de inmigrantes y después ser devuelto. "A cambio de que condujera la piragua me pagó 200 euros y dos plazas para que las vendiera a quien quisiera", añade el marinero.

Bien entrada la madrugada del pasado 3 de octubre, pertrechados de varios sacos de arroz, unos 100 litros de agua y lo que creían que eran 200 litros de gasolina, el patrón y los 56 clandestinos se pusieron rumbo a Canarias. "El cuarto día de viaje se acabó el primer bidón de gasolina. Fue entonces cuando nos dimos cuenta de que nos habían engañado", cuenta tumbado en su camilla del hospital. "La gente empezó a gritar, otros rezaban y unos cuantos lloraron como si fueran niños pequeños", recuerda el pescador. "Yo creía que alguien nos rescataría porque el GPS indicaba que, en ese momento, sólo estábamos a 157 kilómetros de Canarias", asegura.

Con el instinto de supervivencia a flor de piel, los náufragos recorrieron cientos de kilómetros en dirección sur a merced del mar. "La comida se estaba acabando, así que la gente comenzó a pelearse por ella", continúa el patrón del cayuco. La violencia, según el patrón, terminó imponiéndose y llegó al grado del homicidio. "Algunos aprovecharon que otros dormían para tirarlos directamente por la borda sin que los demás hicieran nada por salvarlos", cuenta el patrón.

"Cuando se acabó la comida la gente se volvió loca", prosigue el marinero con cierta distancia, como si no hubiera vivido esa situación. "Al menos 10, sobre todo malienses, se suicidaron tirándose ellos mismos al mar y los demás se fueron durmiendo poco a poco y ya no despertaron más", continúa. Con los ojos vidriosos pero sin detener su discurso, Fall relata cómo durante los 21 días que duró la pesadilla lanzó decenas de cuerpos al agua. "Cada vez que moría uno lo extendíamos sobre los bancos de la piragua y los que quedábamos rezábamos una pequeña plegaria antes de tirarlo por la borda".

Las fuerzas para deshacerse de los muertos se le acabaron cuando ya sólo quedaban otras siete personas: los siete cadáveres inflados y quemados por el sol que los tripulantes del Tiburón III encontraron junto al cayuco el pasado miércoles. "Yo ya no podía moverme. Estaba tan cansado que sólo rezaba para que Dios me enviara a alguien", prosigue el senegalés que se recuerda tumbado y con las piernas dobladas, la única posición en la que, asegura, se encuentra cómodo desde entonces. "Oí el ruido de un motor e intenté levantar la mano. Al poco tiempo el barco español se puso a mi lado".

El País, lunes 29 de octubre de 2007

viernes, octubre 26, 2007

De acuerdo con la Wikipedia yo soy la Mona Lisa.

La Mona Lisa
Leonardo da Vinci 1504


El título no es mío, es de un tal John-Paul Flintoff. Flintoff publicó un artículo con ese mismo encabezamiento en el Sunday Times: "La web iba a ser el gran educador, pero hoy es el culto a lo amateur devaluando el conocimiento". Alguien dijo una vez que si le das a un millón de monos un millón de máquinas de escribir, al final alguno de ellos escribirá una obra maestra. ¿Es eso Internet hoy en día? ¿Ruido y basura? Flintoff, de nuevo: "En vez de crear obras maestras, los millones de exuberantes monos están creando un bosque digital de mediocridad: comentarios políticos desinformados, pésimos vídeos caseros, música amateur, ilegibles novelas, poemas y ensayos".

Estoy estudiando para la segunda parte de las oposiciones (glups!) y mientras trato de encontrar información concreta me pierdo en un marasmo de links, páginas antediluvianas, plagiadas o simplemente infumables. Si a esto le añadimos los millones de blogs (parece que hay más de treinta millones contabilizados), Youtube, páginas personales y foros, buf! da vértigo.

Una selva de desinformación y mediocridad, es cierto, pero quizás a medida que la creamos también seamos capaces de aprender a desenvolvernos en este ambiente asfixiante. ¿Seremos capaces de ver el brillo de la perla en el fondo del mar? ¿Apreciar la diferencia entre el tecleo compulsivo de un millón de monos y la mano genial de Leonardo?

Y al mismo tempo, ¿no es esta idea una mera reflexión elitista? ¿Ha democratizado Internet el saber? ¿Se puede o no democratizar la información y la cultura? ¿Podemos ser todos alumnos y profesores? ¿Todos expertos que opinamos de todo? ¿Es la banalidad el precio a pagar?

No sé, a veces me pierdo...

martes, octubre 23, 2007

Moderno Prometeo.

Prometeo
Peter Paul Rubens 1612

Crear es indagar, darnos otro sentido. Escribimos para demostrar que estamos. Para entender, para comprender. La literatura es conocimiento y el escritor necesita de toda su capacidad de observación y ansia de conocimiento. Nos lo contaba Espido Freire en un taller de literatura creativa que hicimos este verano en Teruel. Me gusta escuchar a esta mujer. Es inteligente, rápida y divertida, muy alejada de esa imagen lánguida y un poco mística que desprenden sus fotografías. Ha leído mucho y variado, es capaz de relacionar la información y hablarnos tanto del recorrido vital de los héroes como de los símbolos sexuales de un vídeo musical. Me cae bien Espido. Insiste en que hay que escribir con la cabeza, que eso de escribir con las entrañas es un mito. Me dice que debo pensar qué es lo que quiero contar y cómo. Pero soy incapaz, por eso supongo que nunca seré una escritora. Lo poco que he escrito siempre ha sido por impulso. Una frase sucedía a la otra sin saber dónde iban a llevarme. Nunca he sabido qué es lo que quiero contar. Hay imagenes en mi cabeza claro, mis fantasmas particulares que tienen que ver con mujeres y sangre. Poco más. Dice Espido que la mera anécdota no es literatura, que sin un buen plano simbólico una historia no trasciende. Que no necesitamos ser originalísimos, que la literatura no es eso. Y tiene razón. A lo largo de los siglos nos hemos movido siempre en las mismas tramas y arquetipos. Los mismos personajes se repiten una y otra vez: La madre abnegada, el héroe salvador... La Ilíada y la Odisea, junto a la mitología griega, la Biblia y los cuentos de hadas componen la mayor parte de nuestro universo. Los héroes de las películas de acción que triunfan en todo el mundo son los héroes de siempre. ¿O Bruce Willis en La Jungla de Cristal no es Aquiles? Escribir es ir más allá del mero hecho de contar algo. El escritor es un moderno Prometeo sin castigo, el que roba el fuego de los dioses para entregarlo como un regalo a nosotros, torpes mortales.

miércoles, octubre 17, 2007

Suicidio.

"...mi pareja me ha traicionado un millón de veces y yo aquí sigo amando y sufriendo, lo único que quiero es morir por muchas razones..."
"...yo ya me he decidido por el cianuro, he pactado la fecha y me quedan 26 días..."

"Me seduce la idea del corte de venas, pero no es muy seguro..."
Ofelia
George Frederic Watts 1864

Nunca he estado en contra del suicidio. De hecho casi desde niña he jugado con la idea, no sé si más o menos que el resto de la gente. Si me asomaba desde una altura trataba de imaginar qué sentiría al caer. Y ya de adolescente una imagen se impuso al resto. Los brazos blancos con las palmas hacia el cielo. Yo sentada o tumbada, en la cama o la bañera. Las muñecas abiertas y la sangre. La sangre. Un reguero rojo, oscuro o claro en función de la velocidad a la que imaginaba deslizarse la sangre por la carne blanca. El empalidecimiento de mi rostro. Lívido. Blanco. Muerto. La muerte como un sopor, un zumbido, un dejarse ir pacífico.

Pero sólo era un juego estético, una imagen producto de una mente romántica y perdida en ensueños. Jamás pensé seriamente en cortar mi propia carne, rajar la piel, el músculo, las arterias. El hecho físico en sí me duele. La imagen no es real, es sólo eso, una imagen.

Sueño y su hermanastro Muerte
John William Waterhouse 1874


Aún así, al cabo de los años el desamor me llevó a momentos de oscuridad. La tristeza, la opresión, el absurdo de sentirse viva cuando el mero hecho de sentir dolía. Y quizás tomé más pastillas de las que debía. Quizás deseé tanto dormir y olvidar que no me importó acabar la caja, no me importó el hecho de despertar o no. Pero no quería morir. Eso siempre lo tuve claro. No seré yo quien baje el telón antes de tiempo, ¿y perderme el resto de la obra? No, lo que duela pasará. Antés o después caerá entre mis manos una espléndida novela victoriana y por unas horas seré feliz en otro siglo. O quizás se descubra alguna obra de Jane Austen desconocida. O aparezca un nuevo Harry Potter que me vuelva a hacer leer en inglés sólo por el mero placer de volver a Hogwarts. O disfrute más que nunca haciendo el amor. O tenga un hijo y el planeta que soy cambie de golpe todas sus constelaciones. Alguien nuevo. Alguien viejo. Amor y amistad. ¿Por qué bajar el telón definitivamente sin posibilidad de vuelta atrás?

Y el caso es que lo entiendo. A veces yo también he deseado ser Lestat y enterrarme en mi no muerte cuando la vida parece volverse insoportable. Dormir, soñar, estar muerto durante unos siglos. Las heridas se curan, el tiempo es otro y las energías renovadas nos dan las fuerzas para comernos el mundo. Pero no podemos elegir ser Lestat, para nosotros no hay vuelta atrás.

La muerte de Chatterton
Henry Wallis 1856


Hace tiempo, cuando me sentía oscura, escribí sobre el suicido. Ha pasado más de un año y sin embargo no dejo de recibir mensajes en aquellos post. Futuros suicidas, adolescentes que piensan en quitarse la vida porque su amor les ha traicionado... Nunca les contesto, no seré yo quien diga a todos esos desconocidos por qué deben esforzarse por superar y no dejarse morir con la isla. Para ello hay otros foros, no el Principio de Entropía. No sé como explicarles que los desengaños amorosos pasan, que las depresiones se curan con voluntad y tratamiento, que al final se relativiza y la vida sigue. Pero sé que en esos momentos no se entienden las cosas igual, la angustia es demasiado aguda, demasiado omnipresente, no deja espacio para sacudir la cabeza. Tiempo, tiempo, tiempo y voluntad.

Trenes.

Grabado del Illustrated London News, 1847

Entre los papelotes del cajón acabo de encontrar un recorte. Una entrevista al escritor mexicano Carlos Fuentes que EL PAÍS publicó en Junio. Recuerdo la impresión que me produjo leerla y por qué guardé esta página del periódico. Imaginaba el viaje en tren, una noche oscura poblada de voces y risas, y algunos de los mejores escritores del momentos hablando de trenes de novela. El genial Julio Cortázar evoca el Orient Express y su petulante Poirot. Y seguro que también a Tolstói y su Ana Karenina. Imposible olvidar aquella estación cuando la vida parece que se deshilacha entre los dedos de mujer. ¿Alguno de ellos mencionaría a los extraños de Patricia Highsmith que se conjuran en un vagón para asesinar a sus respectivos? Trenes, caminos de hierro que se entrecruzan, que unen y separan amores, amigos y negocios. Estaciones de tren, espacios cargados de intensidad y vacíos de sentido, lugares de espera, tránsito, sin destino. Y los grandes entre los grandes, los escritores, gente sabia e inteligente o gente mezquina y cobarde, como los otros, como todos, pero sin ser nunca igual, creadores de mundos, de personajes más vivos que algunas personas. Escritores en un tren hablando de trenes de novela...

martes, octubre 02, 2007

Un día tras otro.

Chica mirando por la ventana
Edvard Munch 1892

Hoy ha amanecido un día con sol, pero la tarde nos ha venido gris. Suena Lorena en los altavoces, la mezcla perfecta de evocación y nostalgia para una tarde como esta. No tener trabajo me resulta extraño. Es como si me hubieran quitado algo personal, íntimo, uno de los pilares que me mantenía con fuerza. Ahora transito por espacios que no son míos, sin pertenecer a ninguna parte; unos días en Valencia, otros en Madrid. Sin casa propia, sin un lugar mío. No puedo moverme en tren, no puedo pagarlo. Entro en la web del banco y las cifras me asustan. Me pregunto cómo voy pagar el préstamo del coche y me maldigo por haberlo comprado, ¿qué falta me hace ahora? Los días se suceden demasiado rápidos, demasiado vacíos. Procuro salir a pasear cada día y sigo enamorada de estas callejas, pero apenas tengo ánimos y no me apetece ver museos, ni planear excursiones. Un día, tras otro, un día tras otro. Ya estamos en octubre y no tengo trabajo. Dentro de unos días es mi cumpleaños, pero no puedo permitirme nada especial, nada que signifique gastar dinero. La ilusión se convierte en arena y se escapa. Envío el currículum a todas partes, pero no surge nada. He hecho una prueba, pero parece que tampoco sale. Sé que al final encontraré algo, pero mientras tanto tengo la sensación de volverme transparente, un fantasma acuoso de nervios irritados.


martes, septiembre 25, 2007

Una mujer marcada.


La lavandera
Henri Toulouse Lautrec 1884 1888

Quería ser una mujer marcada. Las palabras sonaban bien; las masticaba despacio con el sabor de Elizabeth Taylor en La gata sobre el tejado de zinc en el paladar. Un sabor a alcohol, pasión, dolor y pérdida, sabor a haber amado, haber vivido. Quería ser una mujer marcada, quería ser Humphrey, Humph como Rick, y esperar en mi bar a que ella, de entre todos los bares del mundo, eligiera este, precisamente este y volviera a mi lado. Llevar con orgullo la enseña de no haber dejado nunca de amarle, de ser capaz del amor más profundo, más constante, más doloroso. Me decían que siguiera adelante, que me recuperaría, y a mí me daba igual, me sonaba a traición, e incluso tuve que reconocer delante del hada que en el fondo no deseaba recuperarme. Ese dolor era un tesoro, mi marca, y lo conservaría hasta que ella volviera a entrar en el bar.

Quería ser una mujer marcada pero en esta noche de insomnio me gustaría que no hubiera cicatrices, me gustaría amar con la inocencia de los veinte años, la inocencia del primer amor y creer que esto durará para siempre. Oigo la suave respiración del pequeñajo dormido, confiado en el sueño a pesar de mi presencia inquieta en la habitación que coge el periódico, un libro o se pone a teclear en el portátil a su lado. Para siempre. Palabras absurdas y extrañas, ya nadie piensa en esas cosas, se impone el presente, el futuro inmediato. El mismo pequeñajo me lo repite constantemente. No sé por qué tengo esa manía de anticipar el desastre, de querer asegurar lo incierto.
Esta noche quisiera no tener marcas, llevar una venda en los ojos y creer que el pequeñajo seguirá aquí el año que viene. Y quizás el otro. Y el otro. Que seremos felices y comeremos perdices.

sábado, septiembre 22, 2007

Divagaciones.

Chica leyendo
Charles Perugini 1878


Estoy sola. No sé si sigue lloviendo ahí fuera, a veces el espacio que nos rodea oprime como una caja de zapatos. No he querido salir, me doy permiso para regocijarme en mis tristezas y no quiero tener que explicar por qué estoy triste y por qué quiero estarlo. Me doy permiso para llorar, para asomarme a esa minúscula ventana con un cigarro en la mano e imaginar como cae mi cuerpo a cámara lenta, el estallido contra el suelo, el ruido asqueroso de una cabeza que revienta. Estoy sola. Publico en el blog los comentarios de un personaje de novela que dice ser real, también yo fuí Bella en una ocasión, y ahora como una anciana bendigo a los nuevos amantes con sus juegos de intelectualidad y armaduras. A mí ya no me gustan las armaduras. Las he usado durante demasiado tiempo, aterrada ante la idea de que me hicieran daño, mientras trataba de proteger un corazón que estaba roto de antemano. Yo lo sabía, lo sabía y lo dije: "Sé que lo habré de pagar con lágrimas, pero pagaré". Y he pagado durante tanto tiempo que ya no sé si cubrí la deuda. No tengo motivos para estar triste, pero me da igual. A nadie tengo que dar explicaciones sobre mis angustias más íntimas, sobre el tiempo que me besa la frente y los sueños fracasados que masajean mis sienes. A nadie debo explicaciones.

Me he fumado el cigarrillo y ¿sabés qué? Estoy contenta. No está lloviendo, a lo lejos se escuchan los ruidos de la noche en blanco. Pienso en las novelas que he leído hace poco. Quise mimar la niña pequeña que escondo dentro y en poco tiempo he devorado Cumbres Borrascosas, Jane Eyre y Mujercitas. Lloré cuando Jo rechazó a su amigo como amante y cuando Beth enfermó. También he descubierto a Georgette Heyer y sus folletines me han hecho reir. Lástima que Salamandra haya publicado dos y sólo le quede una en preparación. No hay derecho, ojalá Jane Austen pudiera escribir más novelas, la echo de menos. No tengo libros que me apetezcan, qué pena, es una noche perfecta para leer. Debí haber comprado hoy Villette o alguna otra de las Brontë que apenas recuerde. Quizás encuentre algún comic por ahí, voy a ver.

La historia de Bella III


El beso robado
Jean Honoré Fragonard 1788


"En ocasiones creí que Bella iba por fin a susurrar un poema con sus (en mis) labios, ...pero siempre se detiene a tiempo, el segundo preciso antes del encuentro, como para coger aire, y celebrar inesperada y velozmente su ceremonia de alejamiento infinito hasta las estrellas. Un instinto primero a no entregarse, una predisposición a estar un paso más allá.

...paseamos por la Barcelona de la Sombra del Viento rompiendo las agendas de los días laborables: Desayuno en la terraza romántica del Ateneo, junto al sonido silencioso de su estanque... Bella con su permanente vocación de picnic urbano había preparado unos bocadillos con recuerdos de Lyon y pan recién comprado en Barcelona...
Junto a los "café au lait", un agua de Vichy recordaba el burbujeante espacio de nuestros sentimientos.

Reconoce Bella que juega con ventaja al leerme aquí, pero mantiene su hermetismo enamorado, su indescifrable colección de sensaciones, y su misteriosa felinidad burguesa...Y así va conociendo mis peores caras, desenmascarando mi fragilidad y amasando volátil los recuerdos que la mantienen todavía vinculada a mí.


Hombre sobre un mar de nubes
Caspar David Friedrich 1818
Son poco más de las seis de la mañana, en un aeropuerto medio vacío, con aroma triste de café, arrastro un equipaje de melancolía y un presentimiento "sediento de catástrofes y hambriento". Llevo tres días sin verla y otros tantos de imposible encuentro me esperan al llegar a Barcelona despues de escalas imposibles por la jungla del Madrid en el que no podré encontrar el consuelo de otros labios que hace años perdí con un rastro de miel y romero entrelazados.


Llaman a mi vuelo..."
Drymartini

La historia de Bella II



"Bella sigue atrincherada en la teoría de la burbuja: (Lyon es Tokio y Barcelona es para los días laborables... Lost in Traslation). Supongo que es una teoria verosímil a la que se llega combinando adecuadamente dosis de pánico, vocación de coleccionismo miniaturista de sansaciones, sensatez de pax burguesa, y una actitud felina cultivada con esmero autodidacta y libertario.

Yo quisiera pensar que es algo más que una burbuja... quizás porque lo necesite para salir a flote de las miserias cotidianas, pero intuyo algo más... como cuando Cesare Pavese decía que para todos los hombres tiene la muerte una mirada, y decía a su bella "vendrá la muerte y tendrá tus ojos"..., y suena con la banda sonora de "Bella del Señor" de Albert Cohen... un libro escrito contra la teoría de las burbujas en una Europa que se rompia como un puzle entre la modernidad y la miseria.

Yo sigo acusándome de no saber estar a la altura de Bella, de no poder cambiar para ser como a ella le gustaría, de intuir que nunca nos tendremos del todo (pues somos demasiado celosos de nuestra personal construcción hacia el abismo)... y pienso que debería desaparecer para siempre de sus contornos dividos, y quizás tambien de mis fracturados entornos, y quizás seguro también de todos los contextos... pero ese es otro tema más largo que cultivo lentamente entre copa y copa, pipa y pipa, poema y poema... yendo "de mi corazón a mis asuntos".

Quizás mañana en una arquitectura imposible de agendas, madrugadas, kilometros y viajes de idea-vuelta-y retorno "sin consuelo", pueda arrancarle un poco de tiempo a Bella para compartirnos -entre mi incapacidad de acierto y su sonrisa- ...desayunando juntos... (espero no estropearlo del todo)"

Drymartini

viernes, septiembre 21, 2007

La historia de Bella I


Habitación de hotel
Edward Hopper 1931
"Barcelona no es Tokio, pero siguen sin tener razón los días laborables... y prefiero elegir del plato de la vida lo que más me gusta que comer a bloque del plato comunitario que me toca (¿he aprendido a usar "a bloque"?).

Creo que no leerás nunca este comentario... si lo lees, me gustaría decirte que nosotros tenemos
razón y que ellos SIEMPRE están equivocados... y que un verso susurrado por ti sería el mejor regalo posible... porque me gusta ver flotar las burbujas en el Carrefour de dos ríos a las afueras de Lyon (recuerdos y sensaciones) y me niego a los reajustes emocionales...."

Nubes
John Constable

"Seis días casi sin separarnos, compartiéndonos en paseos interminables, en recovecos, calles, plazas, jardines, riberas, bares, bistrots... todo Lyon en la palma de nuestras manos (en su mapa de geografías imposibles).

... rechazaba mi mano en oasiones, y abrazaba mi brazo cuando no la esperaba... acariciaba la palma de mi mano con la dulzura de quien entrega un secreto... y sonreía casi todo el tiempo (quizás en alguna ocasión con un rastro de melancolía...) En ella había toda esa sabiduria ancestral, intuición segura, divinidad terrenal, de esas "mujeres que corren con los lobos" de tu Clarissa Pinkola. No pudo ser una burbuja...

El viernes, poco antes de las ocho, compartimos un té algo aguado que preparé precipitadamente, aún en pijama, mientras ella vino vestida ya para los días laborables... un roce a sus labios empapado en miradas que se evitan buscando la intrascendencia de un momento imprescindible... TODO se me escapaba entre los dedos de la mano...
Le escribí un poema en el sobre de del tabaco de pipa que habiamos compartido y no me atreví a dejarlo bajo la puerta de su habitación...

...Y cinco días de silencio frío y metálico...hasta que ayer la recuperé un poco (es de esas mujeres que solo pueden tomarse en tragos cortos... muy muy muy cortos)..
Drymartini

jueves, septiembre 13, 2007

Tarde en el museo.



Mujer en azul
Pablo Picasso 1901

Cuando vivo en Madrid me alojo en el Barrio de la Letras. Eso significa que en cuanto bajo a la calle me rodean librerías de viejo, anticuarios y citas literarias encastradas en el suelo. También que aparcar es imposible y que sólo puedo comprar en el supermercado chino, pero como no trabajo aquí, sino que me limito a gandulear por la ciudad, el caso es que me encanta. En dos pasos llego a algunos de los mejores museos del mundo, así es que, de vez en cuando, abandono la guarida y salgo de excursión.

Eso mismo hice ayer. Echaba de menos las obras del Reina Sofía, tenía ganas de estímulos, de belleza, de que alguien tirara del pelo a mis pensamientos y el museo no me defraudó. Casi sin darme cuenta me encontré ante el azul Klein. No lo esperaba, había olvidado que en la cuarta planta están algunas de las obras más significativas de Yves Klein, y entre ellas, como no podía ser de otra manera, ese magnífico azul que tanta curiosidad despertó un día en mí. El azul es increíble, eso es cierto, suntuoso, rico, vibrante: oro azul. Como no me lo esperaba, me emocionó y me dió ganas de llorar. Puñetero azul. Me fuí de allí sumida en pensamientos azules, entre los recuerdos de los lagos de Patinir y las dudas acerca de si un color tan intenso podría simbolizar el del cielo, como aseguraba el artista, siendo el cielo tan desvaído y ese azul tan salvaje.



Monocromo azul sin título YKB 181
Yves Klein 1956

Perdida en ensoñaciones me encuentro ante otro azul, pero esta vez, lo que me hace sacar la libretita son las palabras del pintor en mi audioguía, Pablo Palazuelo, "la unión profunda de lo que es contrario: la materia y la psique". La materia y la psique, los números como arquetipos del inconsciente que al mismo tiempo forman parte de la naturaleza exterior. La materia y la psique. La materia y la psique. Los pensamientos se pierden en realidades abstractas. Trato de entender y creo intuir un destello, pero pronto se pierde y escondo la idea perdida en un cajón.

La materia y la psique me llevan junto a Antonio Saura y rodeada de estos inmensos lienzos siento como gritan a mi alrededor, pobres fantasmas atormentadas de la España en blanco y negro. Gritos en negro y gris, trazos que gritan. Gritos. Figuras que sacuden como en la segunda planta lo harán las de Picasso en su Guernica. Más gritos. Dolor. Una madre clama al cielo con el cadáver de su hijo en brazos. Llamas, muerte y dolor.

Gritos.

Me marcho de allí en busca de un poco de consuelo en obras más amables. Me divierte la sexualidad bestial de los minotauros de Picasso. El cuerpo de la modelo, la copa de vino y el animal y su lascivia. Disfruto las piezas de Chillida, su fuerza y poder, y copio su homenaje a Juan Gris como homenaje a todos ellos:

Desde
los límites
que tú conoces
te saludo gris
acido gris
gris difícil
introvertido
gris
gris conciso

Eduardo Chillida
Homenaje a Juan Gris 1987

Pero se hace tarde ya y tantos estímulos al mismo tiempo me agobian. Necesito dejarlos reposar, un poco de aire fresco y volver otra tarde con fuerzas renovadas. Me despido de la dama azul y de la condesa Sonia. Hasta el próximo dia día preciosas mías.



Retrato de Sonia de Klamery, Condesa de Pradère

Hermenegildo Anglada Camarasa 1913

miércoles, septiembre 12, 2007

Arder.

Flaming June
Frederic Leighton 1895

"Una mujer tiene que estar dispuesta a arder al rojo vivo, a arder con pasión, a arder con palabras, con ideas, con deseo de cualquier cosa que ella aprecie sinceramente"
Clarissa Pinkola
Por eso debemos encender el fuego, chicas, debemos amar, crear y arder. Alimentar las llamas que iluminan nuestra sensibilidad, los pensamientos originales, la vida creativa, los anhelos y aspiraciones, el alimento de la diosa salvaje de nuestro interior, de la tierra, el viento y el vientre sagrado. La diosa que hay en nosotras.

martes, septiembre 11, 2007

Barbazul.

Barbazul
Ilustración de Gustave Doré


Dice Clarice Lispector que preguntarse quién soy yo provoca necesidad. Dice que quien se analiza está incompleto. Y sin embargo necesito hacerlo. Supongo que de eso trata este Principio de Entropía Intermitente: masturbación exhibicionista de las emociones. Lágrimas en público, risas en público. Catarsis.

En los últimos meses he aprendido mucho, quizás porque después de tanto tiempo por primera vez me he enfrentado al proceso de duelo y no he arrinconado el dolor en un cajoncito oscuro de mi memoria. No, por intuición, error o locura me he convertido en la nueva mujer de Barbazul y he decidido utilizar la llave para abrir la puerta prohibida. El descubrimiento, los cadáveres y el horror golpean al principio pero ahora las manchas de sangre en la llave ya casi no me angustian, son marcas de vida, cicatrices de viejas heridas que he dejado sangrar y sangrar para que en su interior no quede ni una pizca de podredumbre. Para que se cierren limpias y dejen mi alma sana.

Jamás hubiera imaginado lo difícil que es dejar morir, deshacerse del lastre y llorarlo sin lanzarse tras él al mar para rescatarlo o hundirse con él.

viernes, agosto 17, 2007

Érase una vez...

Frog Tsarevna
Viktor Vasnetsov 1918


Los cuentos de hadas son más que ciertos —
no porque nos digan que los dragones existen,
sino porque nos dicen que pueden ser vencidos.

G. K. Chesterton


Érase una vez un cuento de hadas. En él había una princesa y como en todo cuento de hadas que se precie, nuestra niña no tiene un nombre como tú o como yo. La princesita se llamará Blancanieves, Cenicienta, Bella Durmiente o Rosaflor. Nunca María, Esther o Lucía.

La pequeña no tiene madre. O quizás la tenga pero muera al comienzo de la historia, porque las madres, que siempre son dulces y cariñosas con sus hijitas, deben fallecer para que ellas tomen el relevo. Las madres de los cuentos son “demasiados buenas”, por eso tienden a la sobreprotección. Y bajo las faldas de mamá nuestra pequeña protagonista no podría lanzarse al camino que tiene marcado.

Quizás en nuestro cuento aperezca una madrastra, que es como una madre que roba al papá y a la que podemos odiar sin culpa. Y hermanastras, que siempre son malas. También puede aparecer un hada madrina que ayude a nuestra niña. Lo que no habrá será amigas. Al contrario que los héroes de leyenda que siempre pueden apoyarse en alguien, nuestras princesitas de cuentos no tienen amigas. ¿Son siempre las mujeres enemigas? Quizás la ausencia de compañeras se explique porque el objetivo de estos cuentos es que las niñas triunfen en el futuro, un triunfo que siempre pasa por el príncipe, y otros personajes femeninos iguales a ella supondrían una competencia inadmisible.

Por el camino, la princesita soportará grandes injusticias y superará alguna prueba. Pero para vencer al villano siempre encontrará la ayuda de la magia: hadas, gnomos o pájaros parlanchines. Gracias a ellos y a su instinto, nuestra niña avanzará por un mundo de sombras hacia su luminoso destino.

Porque por supuesto la historia tendrá un final feliz. ¿Dónde se ha visto un cuento de hadas en el que los malos no sean castigados y los buenos premiados? Nuestra pequeña superará todos los obstáculos y conseguirá lo que tanto desea: un príncipe. O lo que es lo mismo: protección, dinero y un lugar en el mundo. Las princesas son fruto de sociedades brutales y como tal se comportan. ¿Quién habló de amor en los cuentos de hadas?

jueves, julio 12, 2007

Fallar es rendirse.

«Fallar es rendirse. Pero tú estás dentro del movimiento. Así que nada falla. Todo sigue. Se ha hecho un trabajo. Si es bueno, aprendes de él. Si es malo, aprendes aún más. El trabajo hecho y dejado atrás es una lección a estudiar. No hay fallo a menos que uno se pare.»

Ray Bradbury

miércoles, julio 11, 2007

Uno de esos días.

Hoy es uno de esos días. Uno de esos días en los que la angustia es una bola informe en el pecho y el miedo duele en las entrañas. Uno de esos días de guerra contra uno mismo. Uno de esos días en que trenzas una campana de cristal a tu alrededor.

No quiero estudiar. Tengo miedo. Me asusta no lograrlo y después volver a creerme una fracasada. No quiero hacerme más daño. Tengo miedo. Quiero llorar. Quiero un abrazo. Tengo miedo. No quiero hablar con nadie. Quisiera perderme en una novela. Hubo una época en que leía novelas de amor. Me volvían loca las de la época victoriana, con misterio incluído, mansión en la campiña inglesa y final feliz. Después llegó Jane Austen, y aquellas novelas victorianas adquirieron un sesgo de divertida ironía. Tras su final feliz había personajes con entidad, una personalidad propia que pasaría a la historia de la literatura.

A veces alcanzo a comprender el porqué de Blanca, la necesidad de su mordisco en la carne. No es el deseo de morir. Es el de dormir. Alejarse. Soñar.

La realidad tiene aristas que cortan la carne. Y trocitos de espejo roto en las venas. Fluye la sangre negra. La sangre roja. La sangre muerta.

Dijo el hada: aprovecha tus fortalezas. Disfrutas cuando aprendes, aférrate a ello. Eres muy sensible a la belleza, utilízala para calmar tus ansias. Pero no hay belleza. No hay sabiduría. Sólo un miedo patético. Y esta angustia pegajosa que revolotea sobre mi piel.

martes, julio 03, 2007

Trucha.


Madre e hijo
Gustav Klimt 1905

Niña, mi niña, niña hermosa. Te sentaste a mi lado en aquel autobús rojo y me hablaste de mi libro favorito. Toda tú eres luz y de ella me enamoré. Desde aquel día tú has sido mi faro. Te convertiste en mi interlocutor. La que entendía y a la que entendía como a nadie, la que acogía mis secretos y me hacía partícipe de los suyos, la que le quitaba velos al mundo y con su avanzar despejaba un camino para mí. Mi niña preciosa, pececillo de agua dulce. Le das sentido al mundo. Eres família. Me has cantado la gavina con los pies desnudos sobre la arena. Te has emocionado con paisajes reales e imaginarios, con palabras y versos, con los animalillos más desvalidos. Has sido la más valiente de las niñas, la más generosa de las mujeres. Sabia y luchadora, hermosa, dulce y divertida, mi pequeña, eres y vas a seguir siendo todo eso, eso y mucho más.

Ahora eres también madre. Enhorabuena.

Te quiero.

Y a ese renacuajo también, que ya me tiene robado el corazón aún sin sentarse a mi lado en ningún autobús.

viernes, junio 29, 2007

Shhh...

Hago una pequeña pausa. Se supone que estoy estudiando, así que cierro el paréntesis en unos minutos. Sólo unas pinceladas para dejar constancia en mi pequeño cuaderno negro de los últimos cambios. He dejado de trabajar y he cambiado Valencia por Madrid. Ahora me dedico sólo a estudiar (y a fantasear, vale, no voy a negarlo). Se supone que me presento a unas oposiciones en un par de semanas. Tengo pocas posibilidades, pero mucha ilusión y una idea más clara de lo que quiero para mi vida profesional. Quiero volver al periodismo, sentirme periodista, orgullosa del trabajo necesario y bien hecho. Volver a narrar el mundo que me rodea, traducirlo en palabras, entenderlo mejor. Hacer que se entienda mejor. Oscilo entre el miedo, los nervios y una ilusión enorme en el pecho que cuando estalla me llena de alegría. A veces tengo tanto susto que no quiero levantarme por la mañana. Son los días en los que me siento sola y me castigo diciéndome que jamás lo conseguiré porque no me esfuerzo lo suficiente. Otros días, cuando bajo a comprar el periódico, contemplo el centro de Madrid, y me pregunto si estoy ante el principio de un mundo nuevo. Y... sueños, sueños, sueños...

Buf, cierro el paréntesis y vuelvo al estudio. Shhhh... que nadie se entere, ¿vale? Guárdame el secreto ;-)

miércoles, junio 20, 2007

Quién es ella.

Miranda - The tempest
John William Waterhouse 1916


Quién es ella, esta mera narradora no lo sabe, una torpe adolescente quizá, una anodina mujer de mediana edad tal vez. Pero lo bien cierto, lo que da orígen a todo esto, es que ella quiere ser playa.

Abierta de piernas a los embates del mar. Lamida por las olas. Una y otra vez, eternamente sabor a sal. Un fragor de espumas, la penetración contínua, abarcarlo todo, serlo todo, sentirlo todo.

Ser playa es que su cuerpo deje de ser suyo. Poder salir de él, trascenderlo.

Le cae bien el vestido de su piel. Afortunada muchacha, ¿no creen? Un cuerpo que le cae como un guante, de esos largos y ajustados como el de Gilda. Un guante que se puede quitar lentamente a golpe de cadera para lanzarlo al público hambriento.

Sí, afortunada muchacha, ¿no creen?

jueves, junio 14, 2007

Aullemos

“Aullemos, dijo el perro.”

“El mundo es un horror, la vida un desastre. Pero todo se puede cambiar.” Lo dijo ayer Saramago. Dijo que debíamos aullar. Aullemos, aullemos todos. Otro mundo es posible, pero no vendrá sólo, debemos darle la mano para que aprenda a andar, debemos acompañarlo en los dolores del parto, para que nazca entre sangre y gritos. Aullemos, aullemos todos.

Ayer en la empresa donde trabajo, un directivo de pelo engominado y traje de corbata nos amenazó. Con sutilidad, con soberbia, con desprecio, nos amenazó. Alrededor de quince personas estábamos hablando con el representante de un sindicato. Como cada junio centenares de personas nos vamos a la calle y no sabemos que será de nosotros cuando se inicie la próxima temporada en septiembre.

Ayer el director de recursos humanos de Canal 9 con un sueldo de miles de euros que pagamos todos los valencianos nos amedrentó. Llegó acusándonos de participar en una asamblea ilegal y pidió nuestros nombres. Nuestros nombres para ponerlos en una lista negra. La reunión se disolvió de inmediato y la gente tiene miedo. Miedo de que no le vuelvan a llamar en septiembre. Miedo de no poder pagar sus hipotecas. Miedo de ser acusado de conflictivo y despedido como tantos antes.

Sí, hay censura en Canal 9. Sí, hay amenazas en Canal 9. Sí, hay listas negras en Canal 9.

Y el PP sigue ganando.

Aullemos, dijo el perro. Para que se nos oiga.

Aullemos.

sábado, junio 02, 2007

Regalo inesperado.

Ilustración de David Ho
Regalo de las ruvias intelijentes


Ando por Valencia toda acalorada y enfadada. Creo que Mapfre me ha timado por segunda vez, estoy sin coche y me queda menos de un mes para irme al paro. Hace demasiado calor y no sé hacia donde dirigir mi frustración. Entro en una librería del centro buscando el frescor del aire acondicionado y calmarme con los libros. Me gusta rodearme de libros, mirar las cubiertas, acariciar los lomos y morderme los labios mientras trato de decidir entre un best seller, una supuesta obra seria o nada de nada porque tengo que estudiar. Pero hoy el enfado no se me pasa.

Entonces me llama el pequeñajo y empiezo a despotricar de lo injusto que es el mundo. Que a los ricos todo se lo dan y a los pobres desgraciados como nosotros nos tratan a patadas. Que no hay derecho, que no.

El pequeñajo me corta enseguida.

- Tengo una noticia que te va a animar.
- Mierda vida. Eso es lo que pienso. Mierda vida y encima...
- Calla y escucha, las ruvis te han dedicado un post.
- ¿Qué?
- Que las ruvis te han dedicado un post: Un post para Enttropia.
- ¿A mí? ¿A mí por qué?

Y el pequeñajo me lee el post por telefono.

Y sentada en la pequeña mesa de una librería con cafetería de Valencia hay una chica hablando por teléfono a la que una lágrima grande y redonda le moja la mejilla.

miércoles, mayo 30, 2007

Que todo está por hacer y todo es posible.

Ara mateix enfilo aquesta agulla

amb el fil d'un propòsit que no dic

i em poso a apedaçar. Cap dels prodigis

que anunciaven taumaturgs insignes

no s'ha complert, i els anys passen de pressa.

De res a poc, i sempre amb vent de cara,

quin llarg camí d'angoixa i de silencis.

I som on som; més val saber-ho i dir-ho

i assentar els peus en terra i proclamar-nos

hereus d'un temps de dubtes i renúncies

en què els sorolls ofeguen les paraules

i amb molts miralls mig estrafem la vida.

De res no ens val l'enyor o la complanta,

ni el toc de displicent malenconia

que ens posem per jersei o per corbata

quan sortim al carrer. Tenim a penes

el que tenim i prou: l'espai d'història

concreta que ens pertoca, i un minúscul

territori per viure-la. Posem-nos

dempeus altra vegada i que se senti

la veu de tots solemnement i clara.

Cridem qui som i que tothom ho escolti.

I en acabat, que cadascú es vesteixi

com bonament li plagui, i via fora!,

que tot està per fer i tot és possible.

Miquel Martí i Pol


Gather Ye Rosebuds While Ye May
John William Waterhouse 1909

Ahora mismo

Ahora mismo enhebro esta aguja

con el hilo de un propósito que callo

y empiezo a remendar. Ninguno de los prodigios

que anunciaron taumaturgos insignes

se ha cumplido, y los años pasan de prisa.

De poco a nada, y siempre con viento de cara,

qué largo camino de angustias y silencios.

Y estamos donde estamos, más vale saberlo y decirlo

y plantar los pies en el suelo y proclamarnos

herederos de un tiempo de dudas y renuncias

en el que los ruidos ahogan las palabras

y con muchos espejos medio deformamos la vida.

No nos sirve de nada la añoranza o la queja,

ni el toque de displicente melancolía

que nos ponemos por jersey o por corbata

cuando salimos a la calle. Tenemos apenas

lo que tenemos y basta: el espacio de historia

concreta que nos toca, y un minúsculo

territorio en que vivirla. Pongámonos

de pie otra vez y que se escuche

la voz de todos solemne y clara.

Gritemos quiénes somos y que todos lo escuchen.

Y al acabar que cada cual se vista

como bien le plazca y ¡despertaos!

que todo está por hacer y todo es posible.

viernes, mayo 25, 2007

Humphrey.

Mujer sentada con gato
Pierre Bonnard 1860

Le gustaba acostarse encima de mi pecho mientras hacía
ron-ron-ron. Asomaba su cabecita por encima del periódico o el libro que estuviera leyendo. Ya ves, con la rabia que me daba que no me dejara leer y ahora se me saltan las lágrimas. Cuando llegaba a casa siempre estaba esperándome en la puerta y no dejaba de maullar y pedirme cariños hasta que no le hacía un poco de caso. Si me ponía en el ordenador se paseaba por el teclado y yo protestaba y lo dejaba caer en el suelo. Se pasaba la mayor parte del día durmiendo y cuando llegaba la noche le entraban ganas de hacer carreras en el pasillo. Pobrecito, siempre me sentí un poco culpable por no hacerle más caso. Ahora que no está, echo de menos a mi gato.

Tenía el pelo negro más brillante y suave de mundo.
Estudio de un gato (fragmento)
Thomas Gainsborough 1765-69
Humphrey llegó a mi vida por casualidad. Hacía poco que había salido de casa de mis padres y aquel piso alquilado del Cabanyal con vistas al mar me encantaba. Recuerdo aquella casa blanca y azul, con un trazo de color rojo, un sofá de color granate. Tenía una caja de cartón cubierta con una tela como mesa y lienzos de un antiguo novio pintor colgados en las paredes. Trabajaba en un programa de reportajes de actualidad, lo que siempre había deseado. Estaba enamorada, era joven, independiente y feliz. O al menos así recuerdo aquellos tiempos en aquel piso blanco y azul con vistas al mar. ¿Quién sabe como fueron en realidad?

Por aquella época fuimos a grabar a Alicante, era un reportaje fácil, uno de esos costumbristas sobre la Semana Santa. Después de la grabación todo el equipo nos fuimos a tomar una copa y el amigo de alguien se apuntó. Empezamos a hablar y de pronto el muchacho me ofreció un gatito y de pronto yo, que antes nunca había pensado en tener mascota, dije que sí. Al día siguiente el muchacho se presentó en mi hotel con una caja de cartón. Y dentro estaba aquella bolita negra, aquella preciosidad de grandes ojos que se había convertido en mi responsabilidad. Ahora ese bichito dependía de mí, toda su felicidad y bienestar dependían de mí. Y en el pecho me creció un amor irracional y generoso hacia aquel pequeño ser vivo.

Siempre me acuerdo de cómo se durmió en el coche camino de casa. Con las patitas de delante y la cabeza colgando fuera de la caja de cartón. De poco no nos estrellamos en la autopista cuando empecé a gritar que a mi gato le pasaba algo, que no respiraba y que se me había muerto, pero qué va, el tío caradura se había dormido tan tranquilo. Y allí, en aquel coche, él y yo decidimos que su nombre era Humphrey, Humph. El más elegante, cariñoso y psicópata de los gatos. Mi Humph. El principio de una gran amistad.

Han pasado ya unos meses desde que desapareció, los meses de la crisis familiar y la mudanza, y lo cierto es que echo de menos a mi gatito. Cuando pienso en que pudieran haberlo atropellado y que aquel pequeñajo mimado y consentido pudiera estar sufriendo sólo, sin que yo esté a su lado, se me pone un nudo en la garganta. Era mi responsabilidad y le fallé. Y aunque sé que sólo era un gato, un gato común y puñetero, le echo de menos, y siento mucho no haberle sabido cuidar mejor.

Adèu Humph, carinyo, allà on estigues cuida't molt.