viernes, junio 29, 2007

Shhh...

Hago una pequeña pausa. Se supone que estoy estudiando, así que cierro el paréntesis en unos minutos. Sólo unas pinceladas para dejar constancia en mi pequeño cuaderno negro de los últimos cambios. He dejado de trabajar y he cambiado Valencia por Madrid. Ahora me dedico sólo a estudiar (y a fantasear, vale, no voy a negarlo). Se supone que me presento a unas oposiciones en un par de semanas. Tengo pocas posibilidades, pero mucha ilusión y una idea más clara de lo que quiero para mi vida profesional. Quiero volver al periodismo, sentirme periodista, orgullosa del trabajo necesario y bien hecho. Volver a narrar el mundo que me rodea, traducirlo en palabras, entenderlo mejor. Hacer que se entienda mejor. Oscilo entre el miedo, los nervios y una ilusión enorme en el pecho que cuando estalla me llena de alegría. A veces tengo tanto susto que no quiero levantarme por la mañana. Son los días en los que me siento sola y me castigo diciéndome que jamás lo conseguiré porque no me esfuerzo lo suficiente. Otros días, cuando bajo a comprar el periódico, contemplo el centro de Madrid, y me pregunto si estoy ante el principio de un mundo nuevo. Y... sueños, sueños, sueños...

Buf, cierro el paréntesis y vuelvo al estudio. Shhhh... que nadie se entere, ¿vale? Guárdame el secreto ;-)

miércoles, junio 20, 2007

Quién es ella.

Miranda - The tempest
John William Waterhouse 1916


Quién es ella, esta mera narradora no lo sabe, una torpe adolescente quizá, una anodina mujer de mediana edad tal vez. Pero lo bien cierto, lo que da orígen a todo esto, es que ella quiere ser playa.

Abierta de piernas a los embates del mar. Lamida por las olas. Una y otra vez, eternamente sabor a sal. Un fragor de espumas, la penetración contínua, abarcarlo todo, serlo todo, sentirlo todo.

Ser playa es que su cuerpo deje de ser suyo. Poder salir de él, trascenderlo.

Le cae bien el vestido de su piel. Afortunada muchacha, ¿no creen? Un cuerpo que le cae como un guante, de esos largos y ajustados como el de Gilda. Un guante que se puede quitar lentamente a golpe de cadera para lanzarlo al público hambriento.

Sí, afortunada muchacha, ¿no creen?

jueves, junio 14, 2007

Aullemos

“Aullemos, dijo el perro.”

“El mundo es un horror, la vida un desastre. Pero todo se puede cambiar.” Lo dijo ayer Saramago. Dijo que debíamos aullar. Aullemos, aullemos todos. Otro mundo es posible, pero no vendrá sólo, debemos darle la mano para que aprenda a andar, debemos acompañarlo en los dolores del parto, para que nazca entre sangre y gritos. Aullemos, aullemos todos.

Ayer en la empresa donde trabajo, un directivo de pelo engominado y traje de corbata nos amenazó. Con sutilidad, con soberbia, con desprecio, nos amenazó. Alrededor de quince personas estábamos hablando con el representante de un sindicato. Como cada junio centenares de personas nos vamos a la calle y no sabemos que será de nosotros cuando se inicie la próxima temporada en septiembre.

Ayer el director de recursos humanos de Canal 9 con un sueldo de miles de euros que pagamos todos los valencianos nos amedrentó. Llegó acusándonos de participar en una asamblea ilegal y pidió nuestros nombres. Nuestros nombres para ponerlos en una lista negra. La reunión se disolvió de inmediato y la gente tiene miedo. Miedo de que no le vuelvan a llamar en septiembre. Miedo de no poder pagar sus hipotecas. Miedo de ser acusado de conflictivo y despedido como tantos antes.

Sí, hay censura en Canal 9. Sí, hay amenazas en Canal 9. Sí, hay listas negras en Canal 9.

Y el PP sigue ganando.

Aullemos, dijo el perro. Para que se nos oiga.

Aullemos.

sábado, junio 02, 2007

Regalo inesperado.

Ilustración de David Ho
Regalo de las ruvias intelijentes


Ando por Valencia toda acalorada y enfadada. Creo que Mapfre me ha timado por segunda vez, estoy sin coche y me queda menos de un mes para irme al paro. Hace demasiado calor y no sé hacia donde dirigir mi frustración. Entro en una librería del centro buscando el frescor del aire acondicionado y calmarme con los libros. Me gusta rodearme de libros, mirar las cubiertas, acariciar los lomos y morderme los labios mientras trato de decidir entre un best seller, una supuesta obra seria o nada de nada porque tengo que estudiar. Pero hoy el enfado no se me pasa.

Entonces me llama el pequeñajo y empiezo a despotricar de lo injusto que es el mundo. Que a los ricos todo se lo dan y a los pobres desgraciados como nosotros nos tratan a patadas. Que no hay derecho, que no.

El pequeñajo me corta enseguida.

- Tengo una noticia que te va a animar.
- Mierda vida. Eso es lo que pienso. Mierda vida y encima...
- Calla y escucha, las ruvis te han dedicado un post.
- ¿Qué?
- Que las ruvis te han dedicado un post: Un post para Enttropia.
- ¿A mí? ¿A mí por qué?

Y el pequeñajo me lee el post por telefono.

Y sentada en la pequeña mesa de una librería con cafetería de Valencia hay una chica hablando por teléfono a la que una lágrima grande y redonda le moja la mejilla.