martes, julio 27, 2010

No puedo salvarles

Camina sobre cristales rotos, piedras afiladas, hay sangre en sus pies. Su hambre lo llena todo, un animal acorralado y yo no puede salvarle. ¡No puedo salvarle!

Llena sus pulmones del humo sagrado de la hierba. Una vez, y otra, y otra, y otra más. Veinte veces al día. El THC corre por sus venas, su mente se pierde en una espiral de paranoia y pesadilla. Pero yo no puedo salvarle. ¡No puedo salvarle!

Perdido en la niebla llora por encontrar su camino. Trato de dibujarle un mapa, pero apenas hay luz, no encuentro la ruta. No puedo salvarle. ¡No puedo salvarle!

Hombres muertos caminan por las calles. Hablan por sus teléfonos de última generación. Tienen prisa, hoy hay fútbol, hoy baila Belén Esteban. Y no puedo salvarles, ¡no quieren que les salve de nada!

¿Cómo me atrevo a dar consejos cuando ni siquiera soy capaz de salvarme a mí misma? ¿Cuándo todo mi ser está roto y disperso en millones de pedazos en un desierto de hielo? Reconstruyo el puzzle. Lo intento, de veras, lo intento, pero a veces me canso de seguir intentándolo.

¿Dónde está toda la gente que me quería y a los que yo quería? ¿Dónde están? ¿Por qué ya no hay luz aquí?

martes, julio 13, 2010

Sueño con lágrimas

Se despierta a mi lado llorando.



- ¿Qué te pasa, pequeño? ¿Qué ocurre?

- Era un sueño. Estaba soñando.



No deja de llorar y moquear, le acaricio el rostro y beso sus lágrimas, en adormilados intentos de consolar una tristeza que parece infinita.



- Cuéntamelo, ¿qué pasa?

- Soñaba. Soñaba que éramos novios y estábamos follando.



¿Qué responder a eso? ¿Qué responder cuando tu alma está llena de llagas? ¿Cuándo sólo ese pequeño parece capaz de calmarlas con su cariño?



Cada noche caigo agotada. Mil cosas pendientes, mil cicatrices por cerrar. Explicaciones que no explican nada y una soledad que muerde las entrañas. ¿Qué responder a eso?



- Shhh..., vé a lavarte la cara, ven y descansa. No pasa nada. Todo irá bien.

miércoles, julio 07, 2010

La Fontaine De Sang


Il me semble parfois que mon sang coule à flots,
Ainsi qu’une fontaine aux rythmiques sanglots.
Je l’entends bien qui coule avec un long murmure,
Mais je me tâte en vain pour trouver la blessure.


A travers la cité, comme dans un champ clos,
Il s’en va, transformant les pavés en îlots,
Désaltérant la soif de chaque créature,
Et partout colorant en rouge la nature.


J’ai demandé souvent à des vins captieux

D’endormir pour un jour la terreur qui me mine;
Le vin rend l’œil plus clair et l’oreille plus fine!


J’ai cherché dans l’amour un sommeil oublieux;
Mais l’amour n’est pour moi qu’un matelas d’aiguilles
Fait pour donner à boire à ces cruelles filles!


Charles Baudelaire, Les Fleurs du Mal
1861