miércoles, septiembre 27, 2006

Acrobacias en la espiral.

Hay un mundo ahí fuera. Hay un mundo real en el que crecen los árboles y viven mis amigos. Un mundo donde el pequeño V. aprende a sonreir y existe un futuro. Un futuro luminoso en el que al final siempre sale todo bien. Al final, como si a alguien le importaran los finales.

También hay una espiral ahí fuera. O quizás aquí dentro. Una espiral oscura a la que a veces me asomo. La espiral que me lleva a regodearme al esnifar coca, al tomar más pastillas de las necesarias, a jugar a que no queda esperanza, a que la soledad duele tanto que cualquier cosa vale con tal de acallarla. Una espiral de fango emponzoñado. En ella aún resuena aquella voz en las nieves eternas que se desgarraba por mí. No quiero volver a pasar una Nochevieja como aquella. Cómo dolía, cómo dolía vivir. Como el día que me gritó en el coche. Algo dije yo primero, eso lo sé, pero no recuerdo, sólo el dolor lacerante. El ir tras él para insultarle. Conducir deseando pegar un volantazo y estrellarme contra cualquier esquina. Como aquella tarde de Inverness en la que por un momento quise lanzarme al río.

Pero después me regaló mi cruz.
Y después desapareció la cruz.
Y un día llegó un anillo de coral de Bali.

- ¿Quieres casarte conmigo?
- Claro, por el rito balinés.

Y sonreir, y amar y desaparecer de mis propios límites.
Eran otros tiempos. Los de la intensidad. Creía en los ángeles. Aún cuando estuvieran sus alas cargadas de cadenas.

Fotograma de "El cielo sobre Berlín"
Wim Wenders 1987
¿Quién sabe por qué recuerdo esto ahora? En la pequeña librería de mi niña encuentro hoy unas palabras: el funambulista sólo logra su objetivo confiando en el vértigo y no resistiéndose a él. Confiar. Dejar de resistirme a la vida.

Quiero que se calme ya esta opresión en el pecho. Voy cerrando frentes mientras otros nuevos se abren. Negociar en el trabajo, amenaza de embarazo, el dinero que de pronto es problema. Y vivir cada día. Uno tras otro. A veces me parece tan difícil que estoy segura de que no seré capaz.

Recuerdo haber deseado estar loca, dimitir de la vida real, del mundo de los cuerdos, rendirme, desaparecer sin dejar de existir. Un nuevo yo más cobarde si cabe, sin responsabilidades, sin cuentas que rendir.

Pero nada de esto es real. Sólo el mundo en el que viven mis amigos y V. se aferra a mi dedo con su manita. Buscaba un sentido y sólo lo encontraba en el amor sin darme cuenta que esa intensidad era otra clase de anestesia. Ni ángeles, ni espirales. Quizás la clave la tuviera Mahfuz cuando decía que el sentido de la vida no era independiente de la vida misma: "Vivir quiere decir comer, beber, dormir, amar, trabajar, pensar. Tal es el sentido de la vida". Tan sencillo, tan complejo.

3 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

La vida sigue Entropia... Y V lo sabe, aún siendo tan peque como para no saber nada, ese punto lo conoce bien.
Y tú tambien. Cuando somos luchadoras no sabemos rendirnos, así que el unico remedio que nos queda es seguir luchando. No sabemos acabar con todo, queremos apretar el botón del reset pero no podemos. A veces la curiosidad, a veces el instinto de supervivencia y otras veces la misma rabia nos hace no poder ponerle fin, así que no te resistas. Y sigue viviendo, Vivir, no es solo respirar. Pero empieza justo en cada bocanada nueva de aire.
Besitos guapa

Cucho dijo...

Querida amiga, leo y releo tu post intentando dilucidar el origen de tanto dolor que te está sofocando... Duele leerte y sentir tu dolor...
No llego a comprender porqué! porqué Entropía? porqué consientes sentirte así? Acaso el valor de continuar aquí, día a día como ya haces, acaso el valor de tu Alma y de tu Corazón no son sobradamente suficientes para mantenerte por encima de todo aquéllo? Amar está por encima de las personas, el concepto es amplio y hay que empezar a ejercitarlo sobre todo lo que te rodee. Es lo que te reconfortará y animará a superar TODOS los obstáculos. Disfruta encontrándolo a cada paso, en cada atardecer y amanecer como Esther hizo en su viaje al desierto.
Te conozco un poquito más que entre estas líneas y me cuesta creer que seas incapaz de comprenderlo, y si estoy en lo cierto empieza a hacerlo, porque estás sobradamente capacitada para ello. Derróchate en él y verás lo que ocurre...la reciprocidad es SIEMPRE inevitable...

Para lo que necesites...por cierto, me robaron el móvil y con tu teléfono, quizás mañana reciba el duplicado de la tarjeta...

Besos mil! y llámame que yo no puedo, claro!

Enttropia dijo...

No, no, no... lo siento, perdonad, no hagáis caso al personaje, no hagáis caso a la que se asoma al borde y fantasea con lanzarse.

¿Dolor? ¿Sufro?

No. Recuerdo lo que era el dolor, y no, no es esto. Me da hasta risa, ¿dolor esta tristeza suave que lo cubre todo como la lluvia? ¿dolor estos nervios que aprietan el pecho? No, mera incomodidad y personaje. Sólo eso.

Eso y que estoy medio loca ;-)