jueves, junio 01, 2006

El Sueño.

Antes de abrir los ojos ya siente el martilleo en el interior de su cráneo. Un golpeteo rítmico que le advierte de que algo está pasando. Y abrir los ojos no hace sino confirmar su primera intuición. Algo ha ocurrido y está acostada en un dormitorio que no es el suyo.

Es una estancia amplia y blanca, con mucha luz y un pequeño jarrón con flores frescas. No aparece abarrotada de objetos, pero cuando se acerca a mirar alguna de las piezas que la adornan, puede apreciar claramente que se trata de pequeñas obras de arte o antigüedades.

Sale a hurtadillas de esa habitación que no reconoce y baja las escaleras con cuidado, sin saber aún que es lo que le espera. El dolor de cabeza parece remitir y es en ese momento cuando se da cuenta de que ella no es más ella misma. Es una especie de versión mejorada de su propio ser. Su cuerpo es ahora delgado y fibroso; la piel suave, con un delicado color dorado. Los músculos aparecen ligeramente torneados y sus movimientos son ahora distintos, parecen más gráciles, más felinos. Ella alza sus manos y contempla unas uñas cuidadas y perfectas, con manchas de bolígrafo azul en sus dedos. Eso le hace sonreír, ya sabe lo que está pasando. Esto es un sueño, su sueño, la vida que siempre quiso y nunca tendrá, pero ¿por qué no soñar?

EL SUEÑO

No necesita mirarse en el espejo para saber que estará guapa y que el pijama que lleva es cómodo y sexy y le sienta como un guante. Tampoco necesita observarse con mucha atención para saber que de pronto este nuevo yo que es ahora ella, habla diferentes idiomas y posee más de un título universitario, ¿quién sabe si quizá un doctorado?

Baja los escalones ahora con más confianza, es su sueño y es su casa. Todo lo que la rodea es lo que siempre soñó. Una casa grande y alegre, elegante y moderna, se ve que las cosas no le van nada mal. Sonríe, claro, ¿cómo iba a ser de otro modo si se trata de su sueño? Ya ha llegado a la planta baja y se dirige directamente hacia el despacho. Sabe que esta habitación es su despacho porque siempre ha sido así. Hace años que tiene la misma imagen y el escenario de ese sueño recurrente siempre es el despacho. Ella ve como cada engranaje se cierra sobre sí mismo y concuerda a la perfección. La casa demuestra que económicamente todo va bien, más que bien, se dice así misma mientras sonríe contemplando la bella casa. Dinero: solucionado. Y el despacho demuestra que tiene una vida intelectual activa. Perfecto, mente: solucionado, se dice y entra en la habitación.

Hay libros por todas partes, de la pared hasta el techo. Una mesa enorme de madera sobre una alfombra espesa y más libros sobre ellas. Un pequeño sofá rojo pegado a la pared parece un rincón perfecto para tumbarse a leer y así lo demuestran los libros acumulados a sus pies. El escenario perfecto para una escritora, porque es eso a lo que ella se dedica, a poner palabras y a leer las de los otros. Y sea como fuere, su trabajo le hace sentir bien, se siente orgullosa de él y de ella misma.

Mira a su alrededor y ahí están. Al fondo le aguardan los grandes ventanales que dan al jardín y que ella viene buscando. Ya puede sentir esa conocida sensación de nervios en el estómago. Está pasando, por fin ocurre, su imagen será real por una vez, al menos durante este sueño…

Pero falta un pequeño detalle y sonriendo, la joven sale de la habitación. Antes que nada debe preparar una taza de té. Sí, una taza de té, porque cada ritual tiene sus protocolos y en este la magia sólo es posible si la poción dulce y calentita que le levanta el ánimo cada mañana calienta sus nuevas manos de hoy.

Una taza de té es cálida y reconfortante, significa bienestar, todo va bien. De modo que en su lista mental, la joven se dice: cuerpo, solucionado y con una sonrisa y los nervios peleándose como gatos en el estómago entra en el despacho y se dirige al punto neurálgico de este cuento: los ventanales. Aparta las cortinas y desde allí, sorbiendo el té azucarado y cálido, contempla a su familia en el jardín.

Hay un jardín, claro, ¿cómo podría ser de otra manera? La tierra y los árboles nos devuelven a nuestro sitio, son armonía, vida que gira más allá de nosotros, y nos centran y nos atan a la vida cuando los pensamientos se nos llenan de aire y nos hacen que nos perdamos en sus laberintos tramposos. Y allí en ese jardín de ensueño está su familia. Pero no nos acerquemos todavía, dejémoslos jugar un poquito más, dejemos que la muchacha sienta que se le llena el corazón de amor, de ese amor dorado y cálido como una taza de té.

Da un poco de miedo acercarse a ellos, ¿no creen? Ver sus caras, ponerles rasgos. Hay un perro grande, como un pastor alemán. No es un perro de raza ni falta que hace, lo trajeron de la protectora y es uno más en la casa. Noble, de hermosos ojos de caramelo juega feliz con ese hombre y ese niño a los que adora. También ella los adora. Son su familia.

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