miércoles, enero 25, 2006

Aquella sala del Museo Británico.

"Del pecho de la diosa brota leche y miel. Es grande duro y pleno. El pecho de la diosa es guerrero. La punta de una lengua juguetea con el pezón de piedra. La succiona. Mordisquea la carne. La palpa, la soba, la disfruta. La diosa no puede mantenerse impertubable. Goza."

Era un día de agosto de hace muchos años. Yo una joven impresionable en su primera visita al Museo Británico. Extasiada ante la visión de las esculturas del Partenón. El frontón este me excitó. Cuerpos rotundos insinuaban sus formas bajo los pliegues de las túnicas de piedra. Mi sexo palpitaba ante la imagen lánguida de las diosas.

Años después volví a entrar en la misma sala. Quería saber si aquellas figuras magníficas de la juventud tenían algo que decirme ahora. Las miré con atención. Las diosas volvían a susurrarme palabras en el oído. Pero el coro se ampliaba. Ahora no podía apartar los ojos del pecho retorcido del centauro que luchaba con el lapita. Aquel torso desnudo, aquel pezón agudo me pedía a gritos que mordiera la piedra.

Siglos después, las figuras que Fídias soñó siguen vivas en el Museo Británico.

http://www.thebritishmuseum.ac.uk

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