domingo, septiembre 13, 2009

Mujer ante un espejo. El escandaloso silencio de las personas buenas. Sociedad enferma I

Mujer con un espejo
Tiziano Vecellio 1514

"Cuando reflexionemos sobre nuestro siglo XX, no nos parecerán lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas".

Martín Lutero King

(Citado por José Luis Sampedro en Los Mongoles en Bagdad)

¿Quién soy? ¿Conozco el rostro que me mira desde el espejo? Iniciemos un nuevo juego. Una afirmación llevará a una conclusión y ello conllevará una toma de decisión. No se puede mirar hacia otro lado, has de decidir si lo tomas o lo dejas y contemplar tu rostro después. Puede que no te guste lo que ves. Pero esa ha sido tu elección.

Comencemos por el principio. Si esto fuera un comic diría que todo poder conlleva una gran responsabilidad. Si fuera católica hablaría de la parábola de los talentos. Como sólo soy yo, os diré que creo firmemente en la responsabilidad individual. Si tienes un talento no puedes limitarte a esconderlo, has de hacerlo crecer. Si tienes un superpoder ya no puedes ser sólo un simple oficinista o estudiante, te conviertes en un superhéroe. Es tu obligación.

Partamos de la base: mira a tu alrededor y analiza lo que ves. Te diré qué es lo que encontré yo cuando un día levanté la mirada. Vi una sociedad enferma. Una sociedad en la que conceptos como moral y ética parecían pertenecer a un pasado cargado de polvo. Una sociedad que cifraba el éxito en lo económico, el poder y también la fama. Una sociedad egoísta e ignorante. Una sociedad que cerraba los ojos y miraba hacia otro lado mientras el mundo se desgarraba por la injusticia y la vulgaridad. Una sociedad en la que nadie quería tener demasiado cerca el dolor del otro. Sí, yo he mirado hacia otro lado. Y tú también lo has hecho. Las personas de bien sentimos una cierta conmiseración, lamentamos sinceramente el sufrimiento ajeno y de inmediato huimos a nuestras rutinas para proteger nuestras frágiles conciencias, cargados de argumentos que justifican nuestra deserción. Pobre, decimos, no hay derecho. Y eso es todo lo que hacemos, todo lo que podemos hacer, al fin y al cabo, ¿qué vamos a hacer nosotros?

Imagino que ya veis por donde voy. ¿Acaso ha cambiado algo? Nuestro mundo está enfermo. Diréis que también hay belleza y bondad a nuestro alrededor, y estaréis en lo cierto. Diréis que cada día vemos ejemplos de generosidad, de sacrificio, de justicia. Y también será cierto. El ser humano es capaz de lo más hermoso y lo más abyecto, de maravillarnos y horrorizarnos a partes iguales. Pero tenemos un poder en el que cifro mi esperanza y baso mi fe: el de la elección. Aún no estamos condenados, podemos elegir. Y antes de que un Yahvé furioso haga llover azufre y fuego, tendremos que elegir entre la sociedad del becerro de oro o la de la biblioteca de Alejandría.

1 comentario:

Esther Hhhh dijo...

A mí siempre me atrajo Alejandría....

Me distraigo unos días y llenas esto de cositas, voy a seguir leyendo.

Besos