jueves, agosto 17, 2006

El agujero del cuento.

El gusto del helado en el paladar; la espalda apoyada en la piedra marcada por los siglos de lluvia, viento y guerra; y un mar que rompe sobre los bastiones de esta ciudad fortificada. El sol ya esta muy bajo y hace un poco de frio. Si miras fijo el horizonte puedes jugar a que estas en un barco que avanza sobre las olas hacia nuevas tierras. Y puedes fingir que eres aquel capitan pirata que recitabamos de ninos y cantaba alegre en la popa, Asia a un lado, al otro Europa.

Aqui en cambio, a la derecha veo la sombra de Capo Caccia y sus acantilados tallados a fuerza de mar y viento (alguna vez podra haber otro Land's End? Nunca sere como aquella mujer del autobus?). A la izquierda, el paseo, con los otros turistas que como yo disfrutan del espectaculo de un mar gris que parece serio pero no deja de jugar consigo mismo en una exhibicion de coqueteria adolescente. Y a mi lado, la mochila negra donde me espera el pequeno Bastiano con la Storia Infinita derramandose sobre el mundo y mi mirada.

Las islas son rompecabezas repletos de misterios. Ni se mueven ni se estan quietas, son trampas infinitas, juegos que nos traen sorpresas y las esconden para que las busquemos luego. Como me gusta ese cuento que habla de una isla llena de agujeros que te pueden llevar a cualquier otro punto del cuento. Y eso es precisamente lo que me ha pasado a mi aqui. Entre cuevas de piratas (vale, era una turistada, pero eso no es culpa mia, jo...); playas blancas, azules y verdes y noches de verano me he caido en un agujero. Claro que yo andaba un poco despistada peleando con fantasmas para ver si a fuerza de voluntad (o ellos o yo) lograba deshacer sus sombras. Y asi, jugando y sin querer, me he caido por un agujero y he amanecido en otra parte del cuento. En esta parte, el aire es mas ligero y por la noche ya no se oyen lobos que aullan a la luna, el unico lobo que hay dice que esta domesticado. Pero yo no veo principitos domadores sino caperucitas que le han robado los zapatos a Dorothy y juegan a buscar un mago que las lleve de vuelta a casa.

Y por si acaso, yo decido que me voy a meter en el bolsillo un hilo de Ariadna para no perderme en el Bosque en una buena temporada y no volver a caerme por otro agujero pronto. Que me gusta jugar a ser una pequenaja sin miedo ni cicatrices y por ahora este cuento parece bonito.

3 comentarios:

Galahan dijo...

Tu cuento es precioso... como lo que has escrito.
Espero que lo disfrutes como se que puedes hacerlo. Es emocionante, Entropia. De emoción pura.

Siempre me gustó El Principito, me parece uno de los libros donde más se puede aprender de la vida. Como de un niño.

A veces, con la excusa de hacer cosas "de niños" encuentras el sentido de muchas cosas en la vida. Si no la vida misma. Así, de pura... potra. O será otra cosa?

Disfruta esa isla!

Esther Hhhh dijo...

Me encanta leerte más feliz. A fuerza de puñetazos o de inteligencia, venceremos a estos dichosos fantasmas, de seguro. De momento me alegra leer que pareces volver a sonreír, y sobretodo, que la vida o la isla te sonrie a ti.
Sujeta fuerte ese hilo y ojito con los agujeros...
Besitos guapa

Cucho dijo...

Eaaa!!! Mira a la niña en su bosque encantado!! Donde los cuentos son como uno quiere que sean!! Joer!!! Así da gusto, colega! Lo dicho, ni se te ocurra tirarte por otro bujeroooo! Y a ver si te lo traes de regreso y nos dejas soñar en él y contigo como protagonista, claro!
Besos no, besazos por tu alegría!
Aaainf!!! Ojalá todos los días fueran asín!!