sábado, diciembre 30, 2006

Tengo canas.

Hoy me he mirado en el espejo: tenía canas. Y no eran una ni dos. De pronto me he dado cuenta de que estaba llorando. 31 años, con canas, útero envejeciendo, todo mi yo envejeciendo. Dejo atrás la juventud, la edad de la inocencia y me enfrento al mayor reto: crecer, madurar, envejecer y morir. Pero por el camino un nuevo yo reinventado. Veámoslo como algo positivo, una aventura, jugar a ser pequeña porque ya soy mayor. No importa si mi cuerpo dice que tendría que pensar en ser madre en unos años; escucharé sus susurros y los acallaré con la razón. No importa si mis cabellos emblanqueciéndose gimen que el tiempo pasa; escucharé sus gemidos y los acallaré con el recuerdo de los buenos tiempos vividos junto a los que quiero y todo lo que nos queda por vivir. El pequeño V. se hará mayor. Una truchita nacerá. Les abrazaré y lloraré de alegría y les querré aún más. La verdad es que soy la mujer más afortunda del mundo por tener unos amigos como los que tengo, amigos que son más que eso. Amigos que son mi família.

9 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

El tiempo no pasa en balde Entro, pero no te entristezcas por envejecer. Simplemente vive.
Un beso y feliz año... Y que no te falten los amigos. Siempre son lo mejor.

Besitos

Pulgarcito dijo...

Acallarás los gemidos con el recuerdo de los buenos tiempos vividos? Acaso es que no piensas tener más momentos buenos?

Somos lo que somos y lo que fuimos. Por eso siempre seremos niños... Y cada dia que pase, cada segundo, aportaremos cosas nuevas que nos harán mejores y más felices. Aunque a veces no nos demos cuenta.

Crecer=vivir.

Llorar es bueno. Pero no tanto.

Bsos desde la distancia.

Kraichek dijo...

Yo tambien tengo un par de canas y eso que no llego a los 23. Tal vez seamos jovenes con espiritu mayor y se expresa de manera fisica por las canas, no?
salud

Javier Luján dijo...

Sí, los años pasan demasiado rápido. Es una carrera hacia la madurez.

Southmac dijo...

Bueno, creo que más o menos somos contemporáneos y yo también tengo mogollón de canas, pero la verdad es que no me preocupa un pijo.
Me jodería más quedarme calvo en el lamentable tránsito hacia las edades medianas...

Vigo dijo...

Cuestión de gustos, a mi me encantan que me salgan canas en mi perilla (hago oposiciones para ser el nuevo George Clooney aunque creo que no me las saco ni pa tras).
Espero que sigas posteando ¿eh? Oh tendremos que pegarte una bronca.

Feliz comienzo de año!!

Anónimo dijo...

Yerras, pues tus canas ya nacieron contigo, pequeña Sofía, solo que es ahora cuando se manifiestan.

Permaneces inmutable, y únicamente cambia tu entorno.

Admiro que sigas siendo tú (a pesar de tus circunstancias).

Aquí y ahora, desde y para siempre.

Anónimo dijo...

Del otro lado del charco y buscando una imagen de la entropia, me encontre contigo. He permanecido más dos horas leyendo. El tiempo, como siempre relativo, se me escapo y no podia despegarme de todo lo que iba leyendo,....debo regresar a trabajar, tengo sólo esta noche para terminar lo que me encargaron, espero encontrate nuevamente en otro espacio tuyo. Yo vivo en México del otro lado del charco, y te agradezco la compañia y el sentimiento que provocaste en mi, es cierto que no encontre la imagen que buscaba pero encontre el alma de la entropia, la cual no sabía que existía, y que es más concreto que la abstracción de ella misma, con doble t tiene vida, y es también una transparente que se materializo dentro de mi... concuerda con la teoría de los transparentes que hace años formulamos algunos amigos y yo, cuando escribiamos los textos de la otra orilla...Quisiera ser el que te escribe los cuentos, pero no soy ni periodista, ni escritor, vivo de la ciencia o en la ciencia como se quiera ver, sin embargo a veces escribo historias, historia que aun no sabia que tenia que dedicarte a tí, al desorden, al caos, a tu doble t.
unicornio

Enttropia dijo...

Gracias unicornio, supongo que nunca volverás a entrar por aquí, o que si lo haces no llegues a esta entrada perdida de hace tantos meses, pero tengo que darte las gracias, por todas esas cosas hermosas que sin conocerme has escrito. Gracias, gracias, gracias. Desde este lado del charco envío un beso que calme los pensamientos enfebrecidas, las angustias y el exceso de trabajo.

Y ya me has escrito un cuento. Gracias por hacerme protagonista.