domingo, junio 13, 2010

Entre mujeres II Desde el otro lado.



- ¿Me dejas conducir a mi?
- No llegaremos

Estoy nerviosa, no sé por donde ir, pero siempre llego.

Entrada al parking. Negro, con luces rojas, tentador…

Llegamos a la habitación, primera puerta a la izquierda, un baño, página 32 del catálogo Roca, con ducha doble, ¡qué bien se lo va a pasar aquí!.

Tres escalones y aparece el jacuzzi.

- ¡Sí! ¡Aquí está!





Ella dice: ¡Esto es una maravilla!

Yo empiezo a temblar, todo va a salir bien.

-Entonces, ¿voy a por el bolso, y las cosas?
-Sí, claro, a no ser que te quieras ir...

Había fumado, nada nuevo, pero me sentía rara, las paredes se movían, descubrí que era una puta lona blanca que escondía una piscina climatizada con luces de colores y agua fría, genial para reaccionar, una terraza, con dos sillas, una mesa, y piedras, no se podía pedir más.

Voy a prepararle el baño mientras sube, me estoy volviendo loca.

Ha llegado ya, con su bolso y con sus labios rojos, lo único que puedo ver desde la terraza, son tan…

Parecía como en las películas, por un momento ví al cámara, los focos y el golpe seco de la claqueta,

... 3..2..1...dentro.

- ¡Está calentita! Voy a meterme ya.

Sería absurdo huir ahora, pero necesito una barrera, tener algo que me impida verle los pezones desde aquí.

Estoy sentada en el suelo de la terraza, aquí puedo verla mejor.

Voy a liarme un porro, esta vez le pondré coca, necesito perder el control y dejarme llevar, el negarme me está salvando, pero ella no lo sabe, está tan bien ahí, parece un ángel ahogándose en el agua, pero no puedo mirar más, quizá deba acercarme...

- ¿Estás segura de que no te quieres meter?

¿Segura?... ¿Meter?... No puedo parar de mirarla a través del cristal, juego con los reflejos que me impiden ver algunas partes de su cuerpo, intento no mirar, pero tengo una tensión en el cuello llamada deseo, que puede más, que gira… y la veo bajo los efectos de las tres caladas a la hierba nevada, me levanto, y voy hacia ella…

Tengo la sensación de estar cayéndome de un rascacielos, como una caída al vacío que una vez lanzada, no puedes frenar.

Estoy de pie frente a ella,

cojo el cenicero,

mechero,

me siento,

exhalo, perfecto humo blanco,

le miro...

y empiezo a arder.

- ¿Me vas a hacer el masaje en los pies?
- Claro que sí, será todo un placer.

Empezó mi miedo a cogerle los pies, a tocarlos como ciega, como si nunca hubiera tocado uno.

- No pasaré de los tobillos.
- Pasa hasta donde quieras.

Seguí sin saber por donde.

Le prensé los pies, encajando toda su forma en mis manos, desde el talón hasta los dedos.
Está tan contenta, parece que por un momento se ha olvidado de sus problemas,

- ¡Esto es mejor que el ''Diazepán''!

Me alegró haber sustituido una pastilla por burbujas.

Tenía heridas en dos dedos, de caminar con sus tacones ''Pin Up'', así que no dudé en rozar mis labios con sus dedos y dejar caer un par de besos.

Podía ver palabras en sus piernas, frases enteras escritas, historias, poemas, veía lágrimas, su día su estrés, sus preguntas, ¿preguntas?

-¿Estas enamorada?
-NO.

Me da tanto miedo aceptarlo, han sido muchos caminos pensando en su tacto, en como será su piel, ¿tendrá el pelo suave? Sus caricias, sus lunares, como sería por dentro...

Pero tenía sus pies entre mis manos, un porro nevado en los pulmones y un te quiero secar con mi lengua, no podía decir que SÍ.

Seguiré caminando,
me arrancaré la planta a tiras en busca de tu voz, ayúdame a perderme, a caer, quémame y hazme mas fuerte,

te estoy odiando tanto por esto que me muero por quererte más y más y más y más...
¿Jugamos al juego en el que tu me pides y yo me entrego?

A sus pies en el jacuzzi, Princesa.




Escrito por CALLE

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