Nunca había querido así. El amor es demasiado grande, no cabe dentro de mi cuerpo. Se alza y se expande como un ave de luz y fuego. Me eleva y me lleva tan alto que siento vértigo. Por eso le aprieto tanto, porque tengo miedo a caer, porque después de tantos años siendo Oliverio y buscando a la que vuela, por fin está aquí a mi lado. El hombre que me hace volar.
Cuando me besó por primera vez, todo mi mundo dió la vuelta. El beso tímido se convirtió en la urgencia de la carne en aquel puerto de Castellón. Le deseé. Quise su cuerpo, su sexo embistiendo mis caderas. Le pedí que me llevara a su casa y no lo dudó un segundo. Nunca había sentido así. El amor y el deseo llegaron de fuera y me embistieron. No pude decidir, no tuve opción. El DVD de un concierto, quizás una copa, y de nuevo la urgencia. Medio desnudos, raya blanca, tras raya blanca, los besos y las caricias. Mojados por los líquidos del deseo sentí como mi cuerpo me era arrebatado. El cuerpo y el alma. Sentí miedo de caer. El viento en la cara, el cuerpo entre sus brazos, le pedí que no me soltara.
No sé si podría soportarlo.
No sé si podría soportarlo.
3 comentarios:
Si no sabes si vuelas, es que estás cayendo, y las rayas blancas sólo te marcarán el camino del descenso a los infiernos de la vida.
Y es una vieja historia,
la habrás oído ya,
pero sigue ocurriendo
y no, no son los demás.
Y tú, sólo tú eres el único culpable,
el cielo presagia una auténtica debacle.
Y ven, mi amor, ven, acompáñame al desastre,
y ten, mi amor, ten, éste es el premio que ganaste,
y crack, mi amor, crack, vas a dejar de quejarte,
y crees que puedes decidir irte o quedarte,
y plas, miss, plas, plas, a puta no te gana nadie.
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