El ensayo
Edgar Degas 1873 - 78
Un leve murmullo, no más que un ligero, ligerísimo, bisbiseo despierta a la piedra de sus sesudas reflexiones. Son ellas. Como siempre son ellas, las locas y encantadoras chiquillas que no pueden estarse quietas un sólo momento. Adorables y bobas, las niñas bonitas del taller empiezan a bostezar. Shhhh, acércate conmigo, ven, vamos a verlas. Ahí están. Desentumecen sus gráciles miembros de madera y ejecutan con una sonrisa pequeños movimientos en el aire. Pasos de danzas inventadas, giros y saltos, curvas y puntas. Una de ellas me ha guiñado un ojo y me ha hecho sonreir hoy. Pero he callado y he guardado su secreto. Cuando sea pequeña, me esconderé en un rincón, me taparé con una tela y las veré danzar toda la noche.Edgar Degas 1873 - 78
1 comentario:
Y aun en el peor de los casos, siempre nos quedará la danza, concreta o infinita, que mas dá, seguramente las dos cosas. El planeta nunca detiene su danza y eso dificulta bastante, el que no sonriamos cuando nos ponemos a su ritmo. Allí siguen las bailarinas esperándome...es posible que alguna se haya enfadado ya por no sacarla a escena para poder volverte a guiñar su ojo cómplice.
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