sábado, septiembre 22, 2007

Divagaciones.

Chica leyendo
Charles Perugini 1878


Estoy sola. No sé si sigue lloviendo ahí fuera, a veces el espacio que nos rodea oprime como una caja de zapatos. No he querido salir, me doy permiso para regocijarme en mis tristezas y no quiero tener que explicar por qué estoy triste y por qué quiero estarlo. Me doy permiso para llorar, para asomarme a esa minúscula ventana con un cigarro en la mano e imaginar como cae mi cuerpo a cámara lenta, el estallido contra el suelo, el ruido asqueroso de una cabeza que revienta. Estoy sola. Publico en el blog los comentarios de un personaje de novela que dice ser real, también yo fuí Bella en una ocasión, y ahora como una anciana bendigo a los nuevos amantes con sus juegos de intelectualidad y armaduras. A mí ya no me gustan las armaduras. Las he usado durante demasiado tiempo, aterrada ante la idea de que me hicieran daño, mientras trataba de proteger un corazón que estaba roto de antemano. Yo lo sabía, lo sabía y lo dije: "Sé que lo habré de pagar con lágrimas, pero pagaré". Y he pagado durante tanto tiempo que ya no sé si cubrí la deuda. No tengo motivos para estar triste, pero me da igual. A nadie tengo que dar explicaciones sobre mis angustias más íntimas, sobre el tiempo que me besa la frente y los sueños fracasados que masajean mis sienes. A nadie debo explicaciones.

Me he fumado el cigarrillo y ¿sabés qué? Estoy contenta. No está lloviendo, a lo lejos se escuchan los ruidos de la noche en blanco. Pienso en las novelas que he leído hace poco. Quise mimar la niña pequeña que escondo dentro y en poco tiempo he devorado Cumbres Borrascosas, Jane Eyre y Mujercitas. Lloré cuando Jo rechazó a su amigo como amante y cuando Beth enfermó. También he descubierto a Georgette Heyer y sus folletines me han hecho reir. Lástima que Salamandra haya publicado dos y sólo le quede una en preparación. No hay derecho, ojalá Jane Austen pudiera escribir más novelas, la echo de menos. No tengo libros que me apetezcan, qué pena, es una noche perfecta para leer. Debí haber comprado hoy Villette o alguna otra de las Brontë que apenas recuerde. Quizás encuentre algún comic por ahí, voy a ver.

6 comentarios:

Esther Hhhh dijo...

Tristeza... Yo últimamente voy por una montaña rusa, subiendo lentamente, precipitándome luego al vacío a toda prisa, sintiéndome unos días exhuberante y otros, tremendamente pequeña y triste. Hay quien me descoloca, y esta vida me resulta casi tan aburrida como a ti a ratos....

Besitos de solidaridad

Enttropia dijo...

¿Qué puedo decirte? Me reconozco en tí y entiendo la montaña rusa. Creo que las dos somos muy afortunadas y tenemos un mundo dentro y un montón de gente fuera que nos quiere y a la que queremos.

Un abrazo muy fuerte.

Ruvias Intelijentes dijo...

pero... i lo vien que biene a bezes yorar sin dar esplicaziones i sin sentir verguenza? i lo que alluda un vuen drama bictoriano. jo

como dijo aquel... todo pasa, asta la ziruela pasa.

vesis, i no pierdas de bista todo lo vueno que te rodea!

Anónimo dijo...

Gracias Entropía...además de okupas en tu blog nos das el privilegio de decorar nuestra historia con la pintura romantica. A Bella le gustó especialmente "El viajero sobre el mar de nuves" de Caspar D. Fiedrich y "El beso robado" de Fegonard.
En nuestro último encuentro clandestino, esta tarde, mientras Barcelona bulle en fiestas multiculturales, aromáticas y ruidosas, leimos sobre estos cuadros y la atracción del abismo que explica Rafael Argullol.
Nos impresiona un poco vernos autonovelados, y que alguien pueda reconocer la ilicitud de nuestro erotismo intelectual y la pervesidad oculta de nuestros deseos intuidos. Amores prohibidos
Contra todo pronostico he ganado a la muerte algunos años más que tú y Bella ronda todavía tus edades. Vamos venciendo poco a poco las armaduras con elsabio, lento y felino ritmo que me marca Bella (la jefa).
Nunca me gustaron las palabras de ánimo (y menos de consuelo) de los desconocidos...por eso nada comento de tus divagaciones (ni delas montañas rusas de esther hhh)...pero estás siempre jugueteando en en nuestras divagaciones (mientras Bella acaricia la palma de mi mano con la lenta pasión de un beso largo) y expeculamos sobre ti y el marco de complicidad que nos has ofrecido...alucino con las ruvias intelijentes...gracias.

"...acrecienta la ambivalencia de este hombre solitario, en el que puede adivinarse ya la desolada percepción de su propia pequeñez ante la inmensidad...", el viajero sobre el mar de nubes, comentado por Argullol en "La atracción del abismo".
drymartini

Anónimo dijo...

cuantas veces nos damos permiso de vivir?

Enttropia dijo...

Bienvenida y gracias Paula, tienes razón. Últimamente me pasaba algo así. Como no tengo trabajo y dispongo de tanto tiempo libre me angustiaba al pensar que no lo aprovechaba, que no le sacaba partido. Y no quiero seguir haciéndolo. Voy a disfrutar de estos días y semanas de libertad, como luego quiero disfrutar del próximo trabajo.