martes, diciembre 25, 2007

Adiós.

Se acabó este blog y se acabó Enttropia. Una noche se acostó y ya no volvió a despertarse.
Muchas gracias a todos los que nos habéis acompañado en un momento u otro del camino. ¿Quién sabe si volveremos a encontrarnos?

Hasta siempre y feliz Navidad.

miércoles, diciembre 19, 2007

Pequeñas Ofelias.


La pequeña Ofelia
Adolph-William Bouquereau


Llueve cuando coge el coche para volver a la casa. Está muy oscuro y la carretera mojada refleja las luces de los coches que vienen en sentido contrario. Le duele la cabeza, eso es por haber llorado. Las discusiones con él y los sofocos siempre le dan dolor de cabeza. Tiene ganas de dar un volantazo y estrellarse, pero no lo hace. Se mató porque las ruedas resbalaron en el asfalto mojado. Se había despistado al rebuscar una aspirina en el bolso.

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Hay una mujer en la playa. Un hombre la está mirando desde el paseo. Cree que es aquella muchacha, pero no está seguro, hay demasiada distancia. La mira mientras ella mira al mar. La mira durante mucho tiempo y luego se marcha. No llega a enterarse del escándalo. Han encontrado a una mujer muerta en la playa, se sentó cara al mar y tomó una pastilla tras otra hasta caer dormida y no despertar. Mal de amores dijeron todos.

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Cuando el policía llegó a la estación de tren aún no habían retirado el cadáver. Cerca del cuerpo encontraron una mochila y en ella un carnet de facultad. La chica estudiaba primero de Filosofía. Se había arrojado a las vías y el tren no tuvo tiempo de frenar. En él venía su novio, quería pedirle disculpas y una segunda oportunidad. Cuando vió su cuerpo destrozado tuvo una crisis nerviosa. Se abrió las venas tres semanas después.

lunes, diciembre 17, 2007

La Emperatriz Infantil se muerde las muñecas.

La Nada devora Fantasía. Durante cuatro años llueve como en Macondo y convierte Fantasía en una gelatina sucia. Un día tras otro de lluvia gris y una sensación viscosa en el vientre. Los pensamientos encharcados, el corazón podrido. El cielo está blando y mojado. Los contornos se difuminan y la realidad se pierde en forma de espiral.

La Emperatriz Infantil se muerde las muñecas. Los pequeños dientes acuchillan la piel mientras sus pensamientos giran y giran sobre sí misma hasta perderse. Los dientes despedazan venas y arterias, manchan de rojo su piel blanca y ella se ha perdido en un universo encharcado, una espera insomne y triste.

lunes, diciembre 10, 2007

Te quiero niño herido.

Cupido durmiente (detalle)
Michelangelo Merisi da Caravaggio 1608


Hay un pozo. Está muy oscuro. Desde su fondo miro hacia arriba, un círculo de noche. Musgos incandescentes se aferran al barro. Tengo miedo.

Ahí fuera hay un niño pequeño. Le llamo, le suplico que se asome a mi pozo. Veo su carita preocupada allá arriba, allá, tan lejos. No puede ayudarme, no sabe qué hacer para sacarme de aquí. No debí llamarle, ahora tengo miedo de que se caiga a este pozo, él, que es el niño que yo más quiero.

Tiene Escarlata pesadillas. Pesadillas de niebla y oscuridad. Busca algo. Busca algo mientras sus faldas se enredan a los jirones de niebla y resbala en el barro, una y otra vez.

Le quiero. Ese niño ha logrado hacerme feliz. ¿De dónde salió ese pozo? ¿Cómo me he caído en él cuando tenía un faro que iluminaba mi camino? Ah, ya me acuerdo, ha sido por culpa de los doce segundos de oscuridad. He dejado al niño sangrando. Conozco el olor de su sangre.

Me pregunto si estoy enferma, si la oscuridad es un virus que circula por mi sangre. O sólo soy una niña caprichosa que merece bofetadas por el daño causado.

La niña maga me protege. Soy un animal y ella me ampara. Me abre su casa, su família y su corazón. Me quiere. ¿Es que nunca me bastará el amor? ¿Qué más pruebas se necesitan? ¿Pruebas de amor o de que estoy viva?

He clavado un puñal al niño. Miro como brota su sangre y le pregunto cuanto me quiere. Dice que no puedo pedir amor incondicional mientras trata de restañar su herida. Estoy enferma. La niña maga me saca de allí para que no pueda clavar más puñales. Quiere enfadarse conmigo pero no le sale del todo.

Hasta aquí me llega el olor de la sangre. Un hombre y una mujer se quieren. Un bebé duerme. Allá, en otro pozo, hay un niño malherido.

Me alzaré.

Y a pesar de todo,
aunque me paralice,
y me invada el dolor,
o mil veces resbale en los mismos lodos,
sé que al final me alzaré
y la ocasión será
para brindar con los buenos amigos.

La paz y la canción

Nacho Vegas.