domingo, abril 30, 2006

Sus besos...

Busco en la Red imágenes que ilustren Un relámpago apenas pero soy incapaz de encontrarla. No me vale Rodin, ni Klimt, ni los fotogramas de películas absurdas que encuentro. ¿Qué imagen puedo poner a sus besos?

Las palabras son esas, no hay duda alguna. Recuerdo haberlas recitado tras besarle por primera vez, sorprendida aún del efecto de esos besos en mi cuerpo y en mi alma.
Éramos niños, ángeles que se besaban por primera vez sin saber que les expulsarían del paraíso. Exploradores asombrados de nuestro propio deseo, de haber encontrado al fin al otro.

Sus besos... No besan nuestras bocas sino más allá de ellas. La humedad y el olor de su piel, la pasión, el deseo, la ternura, todo se mezcla para desear hundirme más en él, para introducirlo en mi cuerpo y volver a parirlo enteramente mío.

Encuentro imágenes de besos dulces, tiernos y suaves, pero esos no me valen, porque nuestros besos son así pero también salvajes, porque besarnos es devorarnos, hundirnos en el otro, abismarnos en la locura.

Hay una fuente en su boca y tengo tanta sed que soy incapaz de detenerme. La sed de uno enciende la del otro y a veces el alma duele de tanta intensidad.

No hay besos como los nuestros.

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